El arte del engaño político

En estos días aciagos, calificar de “engaño político” a un gobierno, programa o política pública, no se hace al margen de señalar de manera visceral a uno o más personajes de la palestra pública.

La verticalidad de los juicios ciudadanos está fuera del manejo de datos o crítica a acciones concretas; habitualmente se trata de una percepción generalizada que atraviesa por los medios de información y las redes sociales, por lo que la cognición engañada de la sociedad suele provenir, en primera instancia, de estas vertientes de espacio público.

Con esto no pretendo indicar que no puedan existir engaños que no provengan de manera directa del manejo informativo y de acciones de gobierno, pero hay que probarlo, no se trata exclusivamente de crear narrativas sociales que suplan a la realidad, porque entonces los cuentos de hadas suplen a los criterios y análisis a los que deben ser sometidas las acciones públicas y el impacto de éstas en la sociedad.

Empero, pese a que en nuestros días el flujo de la información de la esfera pública es mucho más visible, todavía es insuficiente, como también resulta insuficiente el escrutinio de los ciudadanos y su debate para tratar de frenar el engaño político, lo cual indica que la cultura política de los ciudadanos no alcanza el sensible salto cualitativo para poder gestar desde la fuerza ciudadana un vector que impida que las tropelías públicas de servidores o de grupo sigan sucediendo.

Debemos entender que el voto que hace posible que un servidor público se encumbre en el poder del Estado, no concluye con su elección; defender ese voto implica que los ciudadanos participen activamente del debate y acción pública, creando vínculos de información que desvelen las acciones de gobierno y la dirección de esas acciones, esto es claro y necesario si lo que se pretende es el control del gobierno en manos de los ciudadanos.

Por años, el confort y conformismo político de los ciudadanos delegando en los partidos políticos y los servidores públicos las acciones de gobierno pavimentaron, sin duda alguna, el crecimiento de una burocracia ineficiente y que sobresalía en México por el grado de corrupción que había alcanzado, cuestión nítida y notoria que debió servir para que fueran los ciudadanos los que se cuestionaran como partícipes silentes del engaño político debido a su pasividad e inacción en las tareas públicas que hoy nos pasa una de las facturas más caras de nuestro distanciamiento público.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.