El racismo y la levedad del ser

Los brotes de violencia como resistencia ciudadana en contra del racismo en Estados Unidos abren un diálogo social que no tiene ni tendrá fin, porque el racismo y la discriminación son inherentes a las formaciones humanas, pese a que hayamos intentado erradicarlas. Las causas son múltiples y es necesario escudriñar sus dimensiones.

En primer término la discriminación y segregación racial aparecen como estímulos de temor de un sector social hacia lo desconocido; entonces, un grupo racial no análogo al endogámico se erige como un agresor en potencia que atenta contra la estabilidad territorial, psíquica y religiosa, contra un paradigma axiológico y de las costumbres, planteamiento infundado pero que está vigente en múltiples formaciones humanas del planeta.

En este laberinto la levedad del ser, donde las personas como entes livianos sin peso específico mental se dejan llevar por sus apetitos, sus incertidumbres o, como plantea Milan Kundera, por la flaqueza de sus pensamientos, son presas fáciles del racismo, al que convierten en la respuesta de sus propias incertidumbres, descargando en el otro, el desconocido, el ajeno, todos sus temores y sinsabores que mutan, como lo vio Nietzsche, en odio y exterminio de esa realidad perturbadora.

Estados Unidos y su visión blanca del mundohamburguesa nos invade desde el siglo pasado y nos vuelve cátsup, condimento agridulce de la carne; así nos usa, nos vuelve productores primarios, seres utilitarios sin alma ni rostro. En Chile somos cobre, salmón o vino; en México, petróleo, plata y textiles; en Nicaragua, bananos y legumbre. En cada país somos la expresión codificada de un producto, jamás personas libres y con derechos de soberanía.

Esta realidad se aviva en suelo norteamericano con los negros, latinos, europeos, indios y asiáticos, fundamentalmente; todos considerados no blancos y, por ende, no personas, claro, en un código tácito pero con señales sociales abiertas y con el peso de la represión de Estado expectante, sigilosa pero dispuesta al genocidio.

Así se vive en el país de los hombres libres… libres sólo aquellos que pertenecen a la minoría blanca reconocida por la supremacía, pero no para sus habitantes en general; aquí actúa la levedad de la ley: laxa para los blancos y dura para las minorías.

Pero el racismo también existe en América Latina, la segregación de los pueblos originarios se presenta en todos sus países, los herederos criollos y los mestizos, estamentos que fabrican estamentos, privilegios de un Estado que castiga al indígena, lo recluye y asesina, porque es para ellos el sigo del no progreso, de lo silvestre como antítesis de lo urbano y civilizado.

Racismo y levedad del ser, combinación idónea para fabricar xenofobia, racismo, segregación y fascismo; todos síndromes de la levedad liviana y cruenta que agrede y mata, pero sobre todas las cosas, aniquila la dignidad humana.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.