Terminó la Semana Santa pero todavía estamos en periodo de vacaciones escolares, momento oportuno para echar un vistazo al tema del turismo nacional y extranjero que visita Hidalgo y, en particular, Tula.
Me llamó la atención que hace unos días el director del INAH, el arqueólogo argentino Osvaldo José Sterpone, informó que se ha registrado un descenso en el número de visitantes a la zona arqueológica de Tula. No hay quien pueda alegrarse de esta triste y penosa realidad.
¿Quién debe ponerse las pilas en este tema? A nivel municipal, las autoridades que hoy encabeza el doctor Guzmán tienen la responsabilidad, tal vez no de resolverlo, pero sí de preocuparse por gestionar.
Tal vez podamos omitir algún renglón, pero ya va para tres años que colapsó el puente colgante sobre el río Tula por la inundación de septiembre de 2021, el cual enlazaba peatonalmente a la zona centro de la ciudad con la colonia 16 de Enero, en donde se ubican los mundialmente famosos atlantes.
No hay manera de restablecer esta conexión para que los turistas que llegan a la zona arqueológica puedan caminar a la ciudad y a la inversa si no es con recursos federales. No se sabe si la autoridad municipal ha gestionado e insistido como el caso amerita, porque el río se ha convertido en un canal de aguas negras, vista que resulta poco atractiva para propios y extraños.
No debemos olvidar que la falta de este puente también afecta a los propios vecinos de la popular colonia, pues para entrar o salir tienen que caminar al puente 5 de Mayo. Otra cuestión es la puerta sur, un caso para Ripley: se acondicionó hace 20 años y desde entonces permanece cerrada. Por ahí el turismo de la zona arqueológica se conectaría con la ciudad, pero nada.
Además, desde hace tiempo el Tulabús está fuera de servicio. A este transporte, gestionado por autoridades municipales pasadas, ya era una tradición verlo con turistas visitando los puntos de interés de la ciudad. Muy modesto, si quieren, pero ya se tenía esta opción como atractivo para el turismo; se dice que al vehículo “le faltan refacciones”, razón que suena a pretexto o justificación a la indolencia y falta de interés.
Otro atractivo de la zona es el balneario La Cantera, que después de algunos meses fuera de servicio por algún problema técnico que hizo que se terminara el agua termal, ya está abierto al público en general. Este punto turístico está localizado en terrenos de la comunidad conocida como La Segunda de El Llano, pero vale la pena hacer dos acotaciones: los señalamientos prácticamente no existen, de manera que las familias que saben de su existencia, pero no conocen bien su ubicación, se pierden un rato; y para acceder, sea por San Pedrito o por la propia Segunda, no hay más que caminos de terracería.
El tema de los señalamientos no hay duda que los dueños deben atenderlo y la pavimentación tendrá que ser con la gestión de ellos mismos ante el gobierno estatal y/o municipal. Ojalá que el hecho de que un integrante de la familia dueña del balneario –después de muchos años de pleito con la comunidad-, que hoy es funcionario del gobierno de Julio Menchaca, le permita superar esta añeja deficiencia, porque si no es ahora, ¿cuándo?
En el centro de Tula es muy común ver montones de basura porque no ha pasado el camión recolector, el alumbrado también es muy deficiente, el único museo es muy modesto, no tenemos mucho más que nuestra Sala Histórica y tampoco se ve interés alguno en cambiar las cosas.
El tianguis y el mercado, que tendrían que ser puntos de interés, también están casi en el abandono. En el tianguis, los comerciantes han hecho el esfuerzo por mejorar; al mercado, los problemas internos y la falta de interés del gobierno lo tienen casi siempre como un inmueble con poca clientela, aunado al eterno problema de falta de estacionamiento.
La plaza de las artesanías tiene la mayoría de sus locales cerrados por falta de clientes, por ello mismo no los abren y se convierte en un círculo vicioso. El corredor Quetzalcóatl sufre para mantenerse como una calle para el turismo: hay comercios que nada tienen que ver con el turismo, pero muchos dirán que peor es nada.
Es caro el transporte público para llegar a Tula, principalmente procedente de la capital de país: 175 pesos el boleto, cuando por ejemplo de Pachuca a la CDMX el costo es de apenas un poco más de la mitad. Claro, aquí el pulpo de AVM con la complacencia de las autoridades evita la competencia y no hay alternativas.
El escenario en materia de turismo es penoso, triste por decir lo menos, pero tengo esperanza en que con el resultado del próximo 2 de junio las cosas cambien para bien de los tulenses, que seguimos esperando la resurrección de esta tierra de gigantes.
Por hoy es todo, nos leemos en la próxima entrega pero… Entre nos.
Por: José Guadalupe Rodríguez Cruz
*Egresado de la UNAM como licenciado en Derecho y Diplomado por el Instituto de Administración Pública de Querétaro y por la Universidad Iberoamericana en Políticas Públicas. *Regidor Municipal en Tula, Secretario Municipal de Tula, Diputado local en la LVII y LIX Legislaturas en el estado de Hidalgo y Presidente Municipal Constitucional de Tula 2000-2003. *Autor del libro “Desde el Congreso Hidalguense” y coautor del libro “Tula... su Historia” *Director y fundador del periódico bisemanario “Nueva Imagen de Hidalgo”, que desde 1988 se pública en Tula, Hgo.
