Freud y la energía psicosexual

Todas nuestras relaciones sociales están investidas de energía psicosexual, no sólo las que tienen que ver directamente con el ejercicio de nuestra sexualidad en términos eróticos.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

Nada tan grato como reflexionar sobre los alcances del psicoanálisis como una ventana al “alma”, la cual condensa el conocimiento de nuestra personalidad.

La libido, o energía psicosexual, es un laberinto de oportunidad del autoconocimiento que guía funciones intrincadas de nuestra conducta y que se convierte en uno de los mayores focos de equilibrio de nuestros actos. Su análisis le ha costado a Sigmund Freud ser interpretado y percibido erróneamente, en su época porque se le censuraba desde la moral, y en la nuestra, porque no pocos se rehúsan a entenderla como fundamento de muchos de nuestros actos relacionales y personales, al grado que existe una censura que la reduce a una expresión de animales, cuando si existe un animal en evolución racional provisto de energía psicosexual, es el ser humano.

El psicoanálisis no renunció a la crítica de nuestra conformación biológica y la presencia de la libido, pero no la redujo a una cuestión instintiva de nuestra sexualidad erótica, sino a una condición intrincada de energía que nos empuja a generar constantes relaciones humanas de las que disfrutamos o no, por lo que su análisis es personal y no se puede uniformar, lo cual no implica que prescindamos del reconocimiento de su presencia biosocial.

Todas nuestras relaciones sociales están investidas de energía psicosexual, no sólo las que tienen que ver directamente con el ejercicio de nuestra sexualidad en términos eróticos o condiciones de construcción afectiva fraternal o amorosa, esto es evidente y marca condiciones de desenvolvimiento que son abordadas con estrategias personales de nuestro desarrollo social.

La libido no desaparece en nuestra vida, por ende, no se debe confundir su energía exclusivamente con nuestro deseo y potencialidad sexual, ello implicaría reducir sus alcances y, por ende, minimizar su presencia en nuestra personalidad y relaciones sociales.

Inclusive nuestro intelecto, inclinaciones de formación y asociación están investidas de la energía psicosexual, por lo cual no es divisible en nuestros actos.

Las investigaciones de Freud siguen teniendo un lugar significativo dentro del análisis de la psicología en la formación del pensamiento moderno y la significación de los estudios sobre la libido siguen presentes en las precisiones de la conformación social en la cual nos insertamos y nos desenvolvemos.

 

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Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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