Hasta que se nos terminen las palabras

Hoy es el Día Mundial de la Poesía, una fecha en la que se celebra el poder de la palabra y su impacto en el corazón de las personas. En un mundo lleno de puentes atirantados, feminicidios, aeropuertos improvisados y mucha violencia, la fecha corre el riesgo de ser insignificante y perderse entre todo lo que es más importante que las palabras. 

Puede parecer romántico, pero es verdad que hay pocas cosas que nos quedan. Para gritarlas, callarlas, guardarlas o aventarlas libres contra el mundo, las palabras son ese refugio contra el olvido. Es triste pensar en toda la producción poética que jamás será conocida, en el límite que supone el hecho de saber leer y escribir para poder acceder a ella, ya sea para leerla o para crearla. 

Según datos del INEGI, en Hidalgo  7 de cada 100 personas de 15 años y más no saben leer ni escribir. ¿Cómo accederemos a la visión del mundo de las personas con esta estadística? ¿Acaso nos resulta importante? 

No saber leer ni escribir es la primera gran distancia entre cualquier forma literaria y las personas. En el día de la poesía es importante pensar en todo lo que rodea al acto poético, no como un ejercicio intelectual que solo algunos pueden crear, sino como el derecho a experimentar la belleza que tenemos todas las personas y, aún más importante, el derecho que tenemos  de contarnos y contar a los otros a través de la palabra. 


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