Hermetismo (¿o temor?) en la segunda visita de Meade a Hidalgo

La segunda visita a Hidalgo de José Antonio Meade Kuribreña, precandidato presidencial del PRI, tendrá lugar el día de mañana, aunque no existen mayores datos sobre la hora y lugar en que se llevará a cabo, cuestión que genera demasiada polémica sobre el proceder en el cubo de Colosio.

En la generalidad de este tipo de eventos tricolores, a estas alturas se tendrían noticias virales con invitaciones a diestra y siniestra para una visita de tal magnitud, pero en esta ocasión parece que los datos precisos permanecerán con discreción excesiva, lo que lleva a preguntarnos: ¿por qué?

Parece que persiste cierta falta de operatividad entre los tricolores, que se miran desorganizados; al inicio se espació el rumor que el lugar sería el auditorio Gota de Plata, que se contempla dentro de la clasificación de lugares públicos con capacidad suficiente para buen número de priistas.

En unos cuantos días se cambió la decisión a las oficinas del CDE PRI Hidalgo, un lugar cerrado sobre el cual se puede tener cierto tipo de control de quién entra o sale, lo que inmediatamente genera la idea de desconfianza en la militancia o desconocimiento de estructuras.

El evento, hasta ahora planificado al interior de oficinas, se puede deducir con un aforo bajo que seguramente estará conformado por los municipios de Tepeapulco, Pachuca y Mineral de la Reforma, y podría contarse hasta con la presencia de grupos como la FOIDEH.

Un dato más: la segunda visita del precandidato presidencial se volverá a dar en la capital hidalguense, lo que puede entenderse como un afán por evitar visitar las regiones hidalguenses y, por tanto, un miedo latente en la dirigencia estatal por recibir algún reclamo o incidente que salte a las planas nacionales por falta de operatividad.

Al mismo tiempo, el evitar la inclusión de los diferentes distritos puede entenderse como un desconocimiento de las estructuras de partido y análisis de riesgos deficientes que conllevan a la permanencia en la única zona que se percibe como segura para la dirigencia.

Esto hace pensar que el PRI Hidalgo presenta una polarización de dos grupos que no logran unirse: los integrantes del CDE y, por otro lado, la estructura y militancia, dos puntos sin trabajo conjunto, y por tanto cada uno genera “lo que puede”, sin eje ni dirección fija.

Conforme esto sucede las declaraciones de los titulares del PRI se tornan cada día más catastróficas, desde una Secretaría Jurídica que fue removida de la representación por las feroces críticas a su desempeño, un dirigente de la CNC que hace gala de excesivos recursos y los desaparecidos de todo trabajo.

Durante la semana pasada, la dirigente del ahora Instituto de Formación Política Arturo Reyes Heroles A.C., declaró que se harán evaluaciones a los interesados en ser candidatos a diputados locales pero que no imperarán los resultados de ellas porque existen líderes natos que podrían obtener bajas calificaciones.

De esto se entiende que el PRI Hidalgo habla de pruebas sobre las que se desconoce contenido y método de evaluación pero que, aunque muestren la poca capacidad académica, no interfieren con su capacidad de liderazgo, es decir, los tricolores aventarán candidatos poco competentes, o “burros”, pero que serán carismáticos.

Por supuesto que es este tipo de cuestionamientos los que pretende proteger el evento de trascendencia nacional, aunque eso signifique darle poca publicidad al precandidato presidencial, que ya de por sí tiene bastantes dificultades a nivel nacional.

En medio de este escenario se adivina una dirigencia a expectativa de que los candidatos estatales abonen al triunfo priista mientras ellos se lavan las manos premeditadamente por falta del trabajo prometido: poder con cualquier oposición.

 


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