Hidalgo, ni patio trasero del Valle de México ni trampolín de políticos ambiciosos

Hidalgo ha dado todo a cambio de nada, y eso ha sido tierra fértil para abusos por parte de otros estados, sobre todo el Valle de México, y también para políticos oportunistas.

Históricamente, el estado de Hidalgo ha sido el patio trasero del Valle de México, pues lo mismo recibe a sus muertos o lo llenan de aguas negras, causa de la tragedia más reciente en Tula, sin dejar de reconocer que también gracias a esas aguas negras hay cosechas de calidad muy cuestionable.

Si al Valle de México le hace falta agua, lo primero que piensa es que la tiene a la mano en nuestro estado, como en algún momento expresó Claudia Sheinbaum y como ya sucede en los hechos en el caudal Cuautitlán-Pachuca, del que se lleva el 90 por ciento y solo nos deja el 10 por ciento, lo que ya provoca escasez del líquido en varias colonias pachuqueñas y municipios que atiende la CAASIM.

No importa que Hidalgo haya aportado en su momento la mayor cantidad de plata para mantener el equilibrio en este país a través de sus minas, tal como no importan personajes hidalguenses como el Tordo, Chito Villagrán y el General más inteligente de la Revolución mexicana: Felipe Ángeles, para encontrar signos de consideración especiales para un estado que ha dado todo a cambio de nada.

Por si esto fuera poco, hay que sumarle la actitud de algunos políticos que, cuidadosos de su carrera, buscan imagen y prestigio en Hidalgo para obtener puestos de mayor importancia a nivel nacional. Son los oportunistas y entre estas figuras están los saltimbanquis que brincan de su partido a Morena con la esperanza de alcanzar alguna candidatura que los lleve a mejores sitios; están los políticos “gatos”, que siempre caen de pie y cuyos ejemplos más claros son Canek Vázquez y Cuauhtémoc Ochoa, habilísimos reyes del trapecio y, sin duda, con cualidades políticas innatas.

En el gabinete actual también hay políticos que ya sueñan con otras oportunidades, sobre todo para la elección del 4 de junio de 2024, cuando lo menos que buscarán es ser senadores, diputados federales, o ya de perdida, diputados locales o presidentes municipales, sin dejar de ver que también existen los que, a través de los entorchados ganados en Hidalgo, sean proyectados al gabinete federal. Usted ponga los nombres.

Lo único cierto es que, por dignidad, quien tenga un cargo público no debería dejarlo hasta terminar su encomienda, y mientras tanto, cerrar ambiciones y calenturas para que Hidalgo no sea ni el patio trasero del Valle de México ni el trampolín de políticos ambiciosos.

 


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