Juegos inocentes, el segundo largometraje del noruego Eskil Vogt, narra la historia de cuatro niños que se conocen durante sus vacaciones de verano.
La pequeña Anna (Alva Brynsmo) crece resentida con sus padres, que centran toda su atención en su hermana autista Ida (Raquel Leonora Flottum), con la que no puede comunicarse nadie hasta que conoce a Aisha (Mina Yasmin Bremseh). Todas ellas quedan sorprendidas con los poderes telequinéticos de Ben (Sam Ashaf), pero el chico comienza a mostrar una inclinación maligna, que lo lleva a utilizar a los adultos para cometer crímenes y vengarse de los agravios sufridos.
Ida y Anna deberán de luchar por sus vidas, sin la ayuda de ningún adulto, luego de que Ben obligara a la madre de Aisha a apuñalarla.
Estamos lejos de los idílicos Juegos prohibidos, de René Clement, y más cerca del universo de horror infantil de Veneno para las hadas, de Carlos Enrique Taboada, del que estaban vedados los adultos.
Vogt construye un universo fantástico, auxiliado por una efectiva fotografía de Sturia Brandth Gravien y una inquietante música de Pessi Levanto.
De uskyldige resulta ser, pues, un buen filme de horror, que será del agrado de los amantes del género, pero también de los cinéfilos.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
