Vivimos una cuarta ola de democratización en México. Las primeras tres olas de democratización se constituyeron desde la Revolución Mexicana en 1910 a la entrada de la institucionalidad en 1929; la erosión del Desarrollo Estabilizador al crimen de Estado de Tlatelolco 1968, y la denominada era del “cambio” con el primer gobierno de alternancia de Vicente Fox.
La cuarta ola de democratización la constituye el proyecto de ascenso de la izquierda, cuya figura central es López Obrador y el afianzamiento de la 4T como epicentro de un nuevo modelo político inserto en una democracia sustentada en las reformas sociales.
Acompaña a este proceso de democratización en México, el hito hidalguense que por más de nueve décadas fue un bastión del PRI y que logró la alternancia en el ascenso morenista de Julio Menchaca. El otro hito, lo constituye el Estado de México, donde Morena depuso al poder del bastión Atlacomulco con el ascenso de la morenista Delfina Gómez.
En este trazo de ascenso de la izquierda en México, los cuestionamientos de forma y fondo sobre la transformación del sistema político y de la democratización política se entran en un solo péndulo: la calidad de la democracia.
La calidad de la democracia en la 4T exige una reflexión de aproximación empírica a la radiografía social de la transformación del sistema político, que pasó de un partido hegemónico pragmático como diría Sartori (PRI) a otro partido hegemónico de ideología reformista como diría Barra (Morena).
Situando como ejemplo empírico de desarrollo político a Hidalgo y su conformación de vida de las cuatro olas de democratización en México, debe ponderarse dentro de cuatro fenómenos políticos que lo erigieron como bastión del PRI y su transición hacia el bastión de Morena.
I. Lo regional y lo subregional
El bastión priista en Hidalgo concentra una perspectiva dicotómica: lo regional y lo subregional.
Hidalgo pasó a ser el experimento de los gobiernos del PRI, donde el control vertical del partido en lo local se configuró como evidencia que lo regional encabezado por la centralidad de la metrópoli de Pachuca, se apoyaba en lo subregional, con la casta de caciques y relaciones de parentesco que sobresalen hasta nuestros días en la clase política hidalguense. En este trazo de configuración política, domina una clara despolitización ciudadana y un corporativismo agrario y minero exportador.
II. De los Rojo a la casta tricolor
Desde Javier Rojo Gómez hasta sus nietos que engrosan, todavía, la casta tricolor, en Hidalgo se construyó una casta de poder heredado que poco o nada se preocupó por modernizar las estructuras políticas y, mucho menos, el ascenso de la democracia como arquetipo de poder ciudadano. Las decisiones se centralizaban desde el 4º Piso de Plaza Juárez, y el partido tricolor era la única opción de representación política y “democrática”.
III. Hidalgo entre la asimetría social y la autocracia del PRI
Si algo caracterizó a la población de Hidalgo en la era del bastión priista, fue el grado de despolitización que experimentó y una cultura política de súbdito, como señalan Almond y Verba. La democracia se hacía desde el bastión priista y con el bastión priista; fuera de él, sólo existía el exilio político o el limbo social. La inclusión política se hacía en el viejo edificio del PRI en el “parque Hidalgo”, y la movilización clientelar era el rostro de la operación política que reproducía la hegemonía del partido en suelo hidalguense.
IV. De la autocracia del PRI a la alternancia política
El ascenso de la izquierda en México evidenció que la erosión del sistema político del antiguo régimen era definitiva. La democracia se revitalizó, pero no encontró la dirección ideológica de izquierda en la ciudadanía. En los hechos, no existe un discurso de izquierda, sino un discurso de reforma social que impactó desde los programas sociales que emprendió el gobierno de AMLO y la profundización del 2º Piso de la 4T de Claudia Sheinbaum.
No hay una identidad clara de izquierda en Morena. La ciudadanía percibe que la calidad de la democracia se instaura desde la reforma social y los programas sociales. En este escenario, es claro que la democracia es entendida de manera lineal como la voluntad del pueblo, pero, los componentes del sistema político son poco analizados e, inclusive, lo que ha implicado el cisma y crisis de la derecha en la cuarta ola de democratización del país.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.