La Guerra Fría, la cual nunca terminó con el desmembramiento del bloque socialista -que en nuestros días ha mutado hacia una conflagración de imperios políticos y de mercado-, debilitó la falacia de que el comunismo era el sistema fallido y que por ende había que extinguirlo desde occidente, que el tío Sam custodiaba en nombre de la libertad.
Hablar de comunismo a principios del siglo XXI era prácticamente hablar de un fantasma que no podía debilitar al espectro de la economía de mercado en el sistema capitalista que, triunfante, nos abría el mundo del consumo para nuestro beneplácito, éxito y libertad.
Sin embargo, cuando el fantasma del comunismo ya no servía para explicar los apetitos y beligerancias de las grandes potencias sobre las riquezas naturales y el control de los mercados de economías pobres o emergentes, aparecía el fundamentalismo islámico como pretexto, Irak lo vivió en carne propia; de pronto, también lo era la religión no católica que pasaba a convertir a países que no la practicaban como potenciales enemigos civilizatorios a los que había que exterminar.
El viraje de 180 grados del imperialismo de mercado creó dos monstruos que paulatinamente migraron del fantasma comunista a los apetitos del capitalismo: China y Rusia, que se han convertido en dueños de la economía de los países emergentes y cuyos intereses han hecho palidecer al capitalismo norteamericano y europeo.
En este trazo de recomposición económica del planeta, Europa central ha quedado en medio, pues enfrente del Atlántico y desde el sol de medianoche en el Pacífico los barcos chinos y rusos navegan cargados de cobre y litio, dibujando el futuro de las bolsas de valores que tiemblan ante el fortalecimiento o debilitamiento de la economía china y rusa.
La reciente amenaza de disminución de inversión tecnológica de Estados Unidos hacia China ha iniciado un nuevo golpeteo que no habrá de aquietarse y la distracción geopolítica de la falacia del comunismo ya no sirve para aquietar las aguas del Atlántico y el Pacífico.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
