El domingo pasado el estadio Gasmart de Tijuana vivió una jornada inolvidable cuando el lanzador Manny Barreda lanzó un juego sin hit ni carrera contra los Olmecas de Tabasco, el primero en la Liga en los últimos cinco años.
Se dice que este tipo de hazañas casi siempre son vistas por un puñado de aficionados, pero en este caso no fue así, pues fue presenciada por 13 mil 548 amantes del beisbol, que aplaudieron a este lanzador que el año pasado apenas acumuló dos victorias por una derrota.
Este año las cosas no marchaban para él de la mejor manera, pues tenía solamente tres victorias por seis derrotas. Sin embargo, la noche del domingo lució tan cortante como en la Costa del Pacífico, donde lanzó otro juego sin hit ni carrera.
El lanzador se enfrascó en un duelo de pitcheo con Ángel Araiza, que se rompió en la tercera entrada, cuando los astados timbraron en dos ocasiones con hits productores de Juan Apodaca y Jorge Cantú y ampliaron su ventaja en la cuarta entrada con un doblete productor de Dustin Martin.
Barreda perdió la oportunidad del juego perfecto cuando otorgó base por bolas a Sandy Madera, el bateador más peligroso de los Olmecas, a quien dominó en la cuarta con una rola por la antesala y otorgó otro pasaporte en la séptima.
Fueron las únicas bases que otorgó y en cambio recetó 14 ponches, la cifra más alta para un lanzador este año.
El otro bateador que logró embasarse fue el cubano Yordy Linares en la tercera entrada en un error del antesalista Oscar Robles, pero fue retirado en intento de robo, en la tercera entrada.
El dominio del pitcher fue tal que solamente hubo dos elevados al jardín izquierdo de René Reyes y Alfredo López.
Algunos tratarán de minimizar el asunto diciendo que fue contra el peor equipo de la Liga, pero lo cierto es que se trata de una hazaña que hay que aplaudir.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
