Las universidades y el mercado laboral

La masificación de las universidades, que inició en los años sesenta del siglo pasado, fue el resultado de una conquista social por la apertura los espacios educativos que estaban en manos de las elites; las universidades públicas experimentaron un cisma de atención frente al reto que suponía satisfacer la demanda creciente de estudiantes y con ello agrandaron la oferta educativa de acuerdo a las pretensiones de esas mismas elites que habían sido reticentes en la apertura de la educación universitaria.

Los resultados primarios fueron positivos: una creciente masa intelectual inundaba las calles de las urbes en América Latina, pero el espíritu del intelectual no sólo se unía a la masa crítica intelectual, sino también, en algunos casos, a campesinos y trabajadores, ampliando el horizonte de integración y comunión social, así como alertando a los sectores conservadores de que estudiar y luchar socialmente se había convertido en un arquetipo político mucho más que romance cerebral.

Las universidades públicas se convirtieron en semilleros del esplendor de la revolución educativa latinoamericana y en tierra fértil para formar líderes sociales de gran calado que pretendían cambiar el statu quo, cosa que era una espina en el culo para el Estado, porque él mismo, desde la educación pública, prohijaba el despertar antisistémico, lo cual acabaría en represión como la de 1968, o bien, en dictaduras militares como las de Pinochet, Stroesner o Videla.

Durante décadas en que abundaron casos de estudiantes asesinados, desaparecidos, torturados o exiliados, el Estado se impuso a sangre y fuego y las universidades perdieron, en la mayor parte de los casos, el carisma revolucionario de causa social y se anquilosaron, creando una estela sensiblemente despótica de intelectuales de bolsillo, perdiendo así el rumbo del cambio social.

Esta cruenta realidad se sumó a dos fenómenos: en primer lugar, es verdad que quienes lograron estudiar una carrera en Latinoamérica generaron un basamento dinámico para el desarrollo de sus países y, al tiempo, se convirtieron en pequeños sectores burgueses con mayores expectativas de vida sobre aquellos que no estudiaban una carrera universitaria.

El segundo efecto lo constituyó el ritmo de oferta y demanda, donde la masificación de las universidades abarató la mano de obra científica, cuestión que se unió a las crisis económicas, desempleo y pérdida de la calidad educativa universitaria y de niveles inferiores. Esto puso en jaque a las universidades que generaban licenciados-taxistas, gastrónomos-vende garnachas, ingenieros-albañiles, economistas-tenderos, en fin, una serie de profesionales que se degradaron y se degradan porque encontrar un empleo en un estado de economía contraída es poco menos que un campo de concentración nazi.

Entonces creció el sector  de servicios, dado que era más fácil poner una tiendita o abrir un local de garnachas, que asistir a la universidad, por lo que luchar por la vida en el capitalismo retornó a su esencia: el mercado.

En este entuerto del valor-carrera, valor-oficio, los oficios le ganaron la competencia a las carreras universitarias, por lo que ser peluquero, albañil o tendero es más socorrido que  ser ingeniero, licenciado o gastrónomo.

Pésimo escenario, pero la derrota de la educación universitaria es perceptible en la mayor parte de los casos, esto explica el desánimo en los estudiantes, sus familias y en el mercado laboral, que para probar lo que sabes pide experiencia profesional, de lo contrario manda a la chingada a los egresados, o bien, en algunos casos, contrata a alumnos de niveles terminales de una carrera, les paga menos y los echa más fácilmente que a un profesional.

Consultoría Política: [email protected]

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.