Morena Hidalgo y su urgente reestructuración

“La discusión de fondo es el frágil liderazgo que ha tenido el partido guinda en Hidalgo, el cual se disimula gracias al capital político de López Obrador, pero no deja de ser una preocupación”.

El 2024 se presenta como el año de transición más convulso en Hidalgo. La alternancia política que representa Morena trajo consigo diferentes frentes de renovación gubernamental que fijaron retos no previstos en el Plan Estatal de Desarrollo del gobernador Julio Menchaca Salazar, pero también para la conducción del partido guinda.

El sistema político en Hidalgo presenta tensiones inéditas para las estructuras partidistas, porque el poderío de Morena no termina de sacudirse la inercia del antiguo régimen. Esta situación es reflejo de situaciones confusas, como la definición de candidaturas por el partido guinda, proceso que se convirtió en un juego de intereses antidemocráticos, aunque Marco Rico haya querido contar otra historia.

Las inconsistencias del TEEH en las asignaciones de escaños a mujeres a nivel municipal crearon tal tensión política que ni la oposición de la vieja guardia ni Morena, como estructuras de partido, pudieron dar argumentos para esclarecer este panorama incierto y de beligerancia política. Si el arbitraje político del TEEH se extravía, se provoca un efecto dominó y las piezas de conducción partidista también se extravían.

La preocupación fundamental en esta elección es la volatilidad de la conciencia política ciudadana, tanto para la oposición como para Morena Hidalgo.

La discusión de fondo es el frágil liderazgo que ha tenido el partido guinda en Hidalgo, el cual se disimula gracias al capital político de López Obrador, pero no deja de ser una preocupación. El foco de erosión de la fortaleza del gobierno de Menchaca Salazar es Morena Hidalgo, porque no ha probado, todavía, ser el interlocutor válido que la ciudadanía espera.

La manera en que Morena Hidalgo ha actuado en vísperas del proceso electoral ha causado desencuentros internos de gran magnitud, al grado que designaciones como la de Cuauhtémoc Ochoa mantienen incertidumbre y beligerancias que son evidencia de que las fuerzas guindas no son homogéneas, ni en conducta política ni en disciplina partidista.

No es al gobernador al que le corresponde llamar a la coherencia orgánica en su partido, sino a Marco Rico.

Sin embargo, las vacilaciones de la dirigencia de Morena Hidalgo no habrán de incidir en los resultados de la elección del 2 de junio, debido a que la oposición languidece a nivel nacional y las reformas de López Obrador culminan con un esplendor social de gratificaciones y prebendas que se armaron con toda la inteligencia de Estado para blindar la elección.

La cabeza de la Hidra está por petrificar a la dirigencia estatal de Morena. Queda pendiente, como tarea expresa, la reorientación del partido guinda, que seguramente experimentará cambios sustantivos en su estructura una vez que hayan finalizado los comicios y se constituya a nivel nacional la geografía política en favor de este instituto político.


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