Osorio, Olvera y Fayad: ¿legado o fracaso político?

“Analizar las tres administraciones estatales que precedieron a la de Julio Menchaca Salazar es vital para tratar de entender el peso que tienen como legado del éxito o el fracaso político de Hidalgo”.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

El poder político se personaliza, no se presenta en lo abstracto, y pese a los protocolos que se construyen para impersonalizarlo desde la institucionalidad, no es posible pensar a las estructuras del Estado al margen de las figuras que las han conducido.

Analizar las tres administraciones estatales que precedieron a la de Julio Menchaca Salazar es vital para tratar de entender el peso que tienen como legado del éxito o el fracaso político de Hidalgo.

Miguel Osorio Chong todavía vivió las mieles de un PRI que, pese a que ya presentaba grietas en sus estructuras, controlaba la política nacional y era el bastión político de Hidalgo, donde no existían luchas intestinas a gran escala y el caciquismo era bandera de mediación política y social. 

Entre 2005 y 2011, Osorio aseguró el control político del PRI, mantuvo cuadros disciplinados y avasallados por la cúpula partidista, lo cual no pasó inadvertido en el PRI nacional, por lo que el hidalguense fue elegido en 2012 para ser parte del gobierno de Enrique Peña Nieto en la Secretaría de Gobernación.

Osorio Chong se convirtió en presidenciable desde una cartera complicada, pero de la cual décadas atrás emergían los presidentes de México. En ese entonces, el PRI era amo y señor en Hidalgo; sin embargo, los ventarrones se hicieron más fuertes en la capital del estado: la entidad vivía el ascenso de fuerzas políticas en el concierto nacional, ya había experimentado la alternancia política y reinaba un clima de reacciones encontradas entre la estabilidad política del antiguo régimen y los vientos del cambio político.

En 2009, Francisco Olvera Ruiz era presidente municipal de Pachuca y estrechaba los vínculos de poder del tricolor en una versión de centralismo político, para lo que fue fundador de la Asociación de Municipios de Hidalgo, logrando que 60 de los 84 municipios de la entidad se afiliaran a la Federación Nacional de Municipios de México. Fue entonces cuando la operatividad de su mandato lo perfiló hacia la gubernatura entre 2011 y 2016.

Por su parte, Omar Fayad Meneses venía precedido por una Maestría en Seguridad Pública y Ciencias Sociales, lo cual generó la idea de que haría posible la contención del crimen organizado en un momento álgido del país. Su gubernatura, entre 2016 y 2022, se caracterizó por un amplio trabajo en materia de seguridad pública, pero al igual que las anteriores administraciones, siguió acumulando pobreza y desigualdad social.

No hay que ser pitonisas de la política para entender que el rezago social en Hidalgo no era la punta del iceberg de la debacle de los exgobernadores priistas, sino el hundimiento del Titanic tricolor.

La política como práctica de Estado no obedece a inercias sociales, sino a procesos de conducción política. En ello, los tres exgobernadores de Hidalgo le heredaron al PRI el pasado que acompasa su presente de sinsabores y melancolía.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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