Otra chicanada de Alejandro Moreno

Alejandro Moreno y Carolina Viggiano encabezan, sin dudarlo, la peor dirigencia que jamás ha tenido el PRI.

Fiel a su costumbre, la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional, encabezada por Alejandro Moreno y Carolina Viggiano, por enésima vez dio un revés al maltrecho partido otrora poderoso, praxis que se ha convertido en el sello característico de una dirigencia sin vergüenza y sin dignidad, porque aún no le ha quedado claro que pasará a la historia como el peor timón priista que haya existido por los resultados que hoy tienen sepultado al tricolor.

Parece que el modelo político que Moreno y Viggiano han implementado desde su llegada a la dirigencia es sistemático y sin rumbo ni resultados. No es simplemente hablar de la antipatía que la dupla genera por su falta de humildad y respeto hacia la militancia, hacia la estructura, hacia los liderazgos; es simplemente una cuestión de números que en la balanza los pone contra las cuerdas, porque es la fórmula más perdedora de la historia.

Se puede pensar, decir o argumentar, que han perdido todo por la ola de Morena, por la fuerza del gobierno federal, etcétera, pero no es así; es por la manera tan vil y miserable con la que han pulverizado a su partido. En un equipo de futbol, cuando el director técnico va perdiendo muchos partidos, sencillamente lo corren o se va por dignidad propia, pero en el caso de Alejandro Moreno y Carolina Viggiano, no sólo no han dado resultados, sino que además se agandallan la dirigencia como si el partido fuera de ellos.

No ha sido suficiente con que en las listas de pluris hayan puesto a todo su árbol genealógico, quieren más, ambicionan más, no importa dejar en los huesos a un decadente partido que apenas y respira en terapia intensiva; como si se tratara de un enfermo terminal, buscan la manera de sacarle raja y lo seguirán haciendo ante la cercanía del 2024, cuando seguramente veremos, una vez más, una lista de incondicionales y de familiares directos.

La más reciente chicanada de Alito Moreno fue haber bajado a Beatriz Paredes de la contienda del Frente Opositor, ofreciendo su cabeza a cambio de “respaldar” a Xóchitl Gálvez, sin siquiera dejar que concluyera el proceso que sería ayer domingo, sin consultarlo con la senadora priista y, por el contrario, apabullando el prestigio que tiene ante el priismo del país.

Con el argumento de que las encuestas no le favorecieron, Alejandro Moreno dejó claro que quien decide es él, el que toma las decisiones es él, el que modifica y acomoda las cosas a su conveniencia no es nadie más que él y su secretaria general, que curiosamente no salió a defender la imagen y trayectoria de una mujer del tamaño de Beatriz Paredes. El comportamiento de Carolina Viggiano es simplemente a conveniencia: cuando se trata de sus detractores, señala con el dedo flamígero, y cuando se trata de los suyos, hace mutis como si nada hubiera pasado, lo cual significa que es una política electorera sin sentido común. 

Cuando Beatriz Paredes se hizo a un lado de la contienda, causó mucha confusión e inquietud a Xóchitl Gálvez, quien declaraba en los medios que necesitaba hablar con su adversaria priista, que la buscaría para hablar con ella. Pero el daño ya estaba hecho y Beatriz se tuvo que ocultar por 24 horas para discernir la nueva chicanada de Alito Moreno.

Paredes Rangel sabe que seguramente se trata del cobro de factura, porque hace muchos meses empujaba para que la dirigencia nacional saliera después de concluir su periodo estatutario. Lo que no es novedad es que Alejandro Moreno, con su bravura, estridencia y sobrada autoestima, vive en un mundo paralelo donde sólo él ve triunfos, donde sólo él hace cuentas y todo le favorece. Sin embargo, la historia le tiene guardado su lugar como el presidente más incapaz del priismo nacional.


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