Todavía está fresco en la memoria política en las estelas de la elección presidencial del 2024 donde la entonces candidata del PRIAN+PRD, Xóchitl Gálvez, oriunda de Tepatepec y asidua a la fabricación de gelatinas, se divorció del PRI en plena campaña electoral, arguyendo que “con Alito ni a la esquina”, declaración que después fue contenida con las lágrimas en los ojos y casi con un brote esquizofrénico a título de “mentada de madre” por el líder perpetuo del tricolor.
En este entretelón, la alianza del PRIAN+PRD a la postre no sólo terminó en una fractura política, sino también en un deambular de acusaciones entre Alito y Markito que encendió airados encontronazos, destapando que el agua y el aceite no se mezclan y, que, en todo caso, fue la desesperación de las élites económicas y sus expresiones partidistas de la derecha (PRI y PAN) lo que los llevó a abrazarse ante la quimera de alcanzar la silla presidencial.
En Hidalgo, la pantomima política entre PRI y PAN seguía su curso, se trataba de hacer pasar la mascarada política en torno a la vena originaria de Xóchilt Gálvez, que, por cierto, también perdió la elección en Tepatepec, quedando a flor de piel que ni en su casa la quieren. En ese trazo de inconsistencia todavía recordamos la misa negra, donde entre veladoras y rezos oscuros el PRIAN+PRD dieron inicio a su campaña electoral rumbo a ese demoledor 2 de junio del 2024.
La alianza del agua y el aceite terminó en el fracaso de todos conocidos, donde el PRI se encuentra postrado y en extinción, el PAN en franco raquitismo político y el PRD dejó de ser, pero en Hidalgo conservó su registro local.
En este escenario, la dirigente del PAN Hidalgo, Marcela Isidro García, ha reiterado pronunciamientos de que con el PRI “ni a misa”, por lo que ha abortado cualquier posibilidad de construir de cara a futuros escenarios político-electoral cualquier tipo de alianza, por aquello de que el agua y el aceite no se mezclan y con una vez que le rompan el hocico al perro de tía Cleta, pos basta.
El pronunciamiento de la lideresa del PAN, Marcela Isidro, incomodó al líder el PRI Hidalgo, Marco Mendoza, que ni tardo ni perezoso se acurrucó en su curul en el Congreso local y anticipó que el proceso de afiliación al PRI -que lleva a cabo en territorio hidalguense y que, por cierto, ha resultado como verle las pulgas a firulais- seguirá dando frutos para el tricolor.
En la esquina opuesta, Marco Rico, líder de Morena Hidalgo, dejó ver su beneplácito ante la fractura entre el PRI y PAN, con una sonrisa y sin decir ni pío.
Lo contundente de esta lectura política es que el PAN y sus huestes aprendieron la lección de que el agua y el aceite no se mezclan y que la miopía política y sus apetitos, empujados por las élites económicas de la derecha, llevaron a un quiebre histórico, del cual no se han podido reponer, al grado que Morena es amo y señor de la escena política nacional.
Sin embargo, entre un mea culpa y el rechazo a todo lo que huela a tricolor, Marcela Isidro ha reconocido que la debacle en las Cámaras se refiere al Congreso local de Hidalgo y, por supuesto, al de San Lázaro, la participación del PAN seguirá defendiendo “la libertad y la democracia”.
El agua y el aceite no se mezclan, pero es una lección que aprendió de manera tardía el PAN y en el pecado lleva la penitencia.