Políticos sin partido, la nueva era de la política en México

“Políticos sin partido como Omar Fayad, Julio Valera, e inclusive la sombra de Miguel Ángel Osorio Chong, artífices de la diáspora política en el ánimo de base militante priista, se unen a servidores públicos, regidores y presidentes municipales que buscan emigrar de sus nidos políticos como nunca antes había sucedido”.

La definición de las candidaturas en Hidalgo está en cuenta regresiva con todo y la pasarela de aspirantes, muchos de ellos sin el capital político y la presencia social necesarios para acceder a un puesto de elección popular.

Políticos sin partido como Omar Fayad, Julio Valera, e inclusive la sombra de Miguel Ángel Osorio Chong, artífices de la diáspora política en el ánimo de base militante priista, se unen a servidores públicos, regidores y presidentes municipales que buscan emigrar de sus nidos políticos como nunca antes había sucedido.

Una trayectoria política basada en la cercanía social y el trabajo ciudadano no es necesariamente el distintivo de la mayor parte de esta diáspora política. Las postulaciones de políticos sin partido se presentan acorde al juego de intereses y cofradías que despiertan la curiosidad de la ciudadanía sobre la representatividad que tendrán en sus posibles candidaturas.

El déficit democrático que generó la hegemonía política del PRI en Hidalgo naturalizó la verticalidad de las nominaciones a puestos de elección popular y en la estructura de gobierno. Esta situación incidió en la “tradición del oscurantismo político” que aún suele permear en el comportamiento de la clase política local; todavía las liturgias y protocolos tácitos suelen presentarse no sólo al interior de los partidos, sino también en las formas de cooptación social.

Las liturgias del antiguo régimen y su fantasmagórica presencia social han ido quedando fuera del escenario político. La presión política que ejercen los aspirantes a puestos de elección popular en los partidos de la vieja guardia predispuso la diáspora política en Hidalgo, creando una marea de infiltración partidista en Morena Hidalgo, donde la presión política aspirantes, migrantes y rémoras mantiene en vilo a su líder, Marco Rico.

La creación del Grupo Plural Independiente (GPI) es el resultado de la ruptura de las añejas liturgias que encarnó el antiguo régimen y su esquema de partidos. La formación de grupos políticos y cofradías de poder ya prima en otros estados, como en Puebla, donde la movilidad de los actores políticos al margen de los partidos comienza a ser una alternativa cuyos alcances les permite jugar con soltura y fuera de planteamientos ideológicos, infiltrando partidos que adolecen de actores de representatividad y capital político para posicionarse en esquemas de competencia partidista.

Es notorio el ascenso de políticos sin partido, fenómeno que advierte la precaria composición y fuerza de la mayor parte de los institutos políticos en México, cuestión que apela, en la mayoría de los casos, al utilitarismo y negocio público de interés personal, pero que no puede prescindir del partido político, por lo que su infiltración y movilidad permite el vaivén de personajes que migran de partido en partido y de gobierno en gobierno.

A contrapelo, las candidaturas independientes no funcionan porque la mayor parte de los ciudadanos que pretenden acceder a ellas tienen un bajo capital político y llevan a cuestas la tortuosa lista de requisitos que exige la Ley Electoral, lo cual termina por debilitar su posible ascenso.

La diáspora de políticos sin partido es el distintivo de una nueva era en la representatividad pública; en su mayoría son veletas del escaño público, sin ideología o conciencia social, pero también son la lección histórica de la crisis y la pérdida de representatividad política del sistema de partidos.


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