¿Quién ordenará al mar calmarse?

Dice la narración del libro sagrado que El Maestro subió a la barca con sus apóstoles y empezaron a navegar por el mar de Tiberiades. Al poco tiempo se desató una tormenta terrible que amenazaba con hundirlos, pero El Maestro dormía. El temor por la tormenta los obligó a despertarlo y rogarle: “Sálvanos, Señor, que perecemos”. El Maestro ordenó al mar y al viento calmarse y todo quedó tranquilo.

Nuestro país vive una tormenta con la polarización a todo lo que da, pues cada quien defiende su postura en contra no de los competidores, sino enemigos a los que hay que aplastar. Urge un personaje que pueda ordenar al mar y al viento que se calmen para que haya tranquilidad en la nación.

El presidente se supone que es el personaje mayor en la agenda nacional y seguramente tiene las mejores intenciones para México; es aceptado por la mayoría como un personaje honesto, pero no parece ser la voz que calme la tormenta, porque su discurso condena y arremete contra los que considera sus contrarios y polariza a la sociedad en dos bandos: los que le apoyan y los que le condenan, no hay términos medios, y en esa esa idea se dan batallas y encontronazos, sobre todo en las redes sociales, donde se valen de todas las armas.

El mandatario está en su derecho de defender su propuesta de nación y más como responsable del Ejecutivo, pero no tiene la fuerza para unir, para sumar a todos en ese proyecto con un amplio margen de mexicanos que quedan fuera.

¿Serán los partidos los que logren calmar la tormenta? ¿Morena, el PRI, PAN, PRD, PES o alguno de los que existen? Parece que no, porque su interés primordial es el poder y en muchos casos no para servir, sino para servirse.

¿Un político?, ¿pero quién: Monreal, Delgado, Osorio, Cuauhtémoc?, ¿quién? Porque no se ve en el mapa una figura y eso que las hay de peso en todos los partidos, pero al parecer sin los tamaños para acallar la tormenta.

Una salida al problema podría ser que TODOS tomemos el remo de la responsabilidad y rememos al parejo para brincar con solidaridad esta hora de centellas y vientos huracanados. De ésta salimos todos juntos o hundimos la barca. Cada uno en su parcela y en su quehacer. No hay de otra.

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Por: Adalberto Peralta Sánchez

Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.


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SUMA Y RESTA - Adalberto Peralta Sánchez

Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.