Reemplazo de candidatos, una buena opción

En el deporte, como en la vida, el reemplazo es una práctica común. Quien aprovecha la oportunidad se queda con el cargo, así de simple: nadie es indispensable. En política nos han hecho creer la fantasía de que existen los “iluminados” o “insustituibles”, pero en realidad no es así, cada historia depende de factores específicos: el hombre y su circunstancia, como lo explicaba José Ortega y Gasset.

En el beisbol, un héroe deportivo nace de historias fortuitas en las que el protagonista estuvo en el momento exacto para resolver una necesidad urgente. Los inmortales de la pelota han dado fin a sus carreras cuando un audaz novato se coloca en el diamante y escribe su propia historia. Recordemos la primavera de 1981, cuando Fernando Valenzuela irrumpió en la gran carpa para apoderarse de todos los récords. Entonces Jerry Reuss, pitcher estelar de los Dodgers de Los Ángeles, se había lesionado; el manager Tom Lasorda contaba con un equipo limitado en la rotación de lanzadores, así con olfato de estratega y contra todo pronóstico hizo debutar en el juego inaugural a un joven de 20 años cuyo único mérito había sido lanzar algunas entradas con buenos números en la parte final de la temporada anterior. Así, Fernando Valenzuela arrancó en el montículo de Dodger Stadium y el Toro aprovechó al máximo aquella oportunidad. El balance de dicha actuación: ganó el juego con blanqueada, lanzó toda la ruta y lució dominante en el máximo circuito. Ahí comenzó la leyenda del mejor pitcher mexicano de todos los tiempos.

En política, los cambios, los refuerzos y los ajustes en las listas de candidatos son menos comunes, aunque también ocurren. Recordemos que en 1994 había serias dudas sobre el liderazgo del Luis Donaldo Colosio. Un sector de la prensa insistía en el reemplazo del candidato del PRI a la Presidencia de la República por el político que había lucido en la negociación con la guerrilla chiapaneca (EZLN): Manuel Camacho Solís. Tal era la presión por sacar de la contienda a un esforzado Luis Donaldo Colosio porque éste no subía en las preferencias y se encontraba opacado por la agenda del EZLN que, en un afán por “salvarlo”, Carlos Salinas de Gortari tuvo que confirmarle a la prensa sus famosas palabras de espaldarazo al alicaído candidato: “No se hagan bolas, mi candidato es uno”.

La idea de Salinas era fijar la idea de que ya tenía candidato, pero nunca lo dijo por su nombre. Colosio entonces marcó distancia de Salinas y este fue el origen de una tensa relación que se hizo evidente en el discurso del 23 de marzo en el Monumento a la Revolución.

A manera de ejercicio beisbolero, si hubiera la posibilidad de arrancar las campañas (que curiosamente inician casi al mismo tiempo que la temporada de las Ligas Mayores) como aquella ocasión en la que Valenzuela fue colocado en el opening day, pensemos por un momento en quiénes podrían jugar de bateadores emergentes en la remota -aunque en algunos casos necesaria- posibilidad de un reemplazo.

En el equipo zurdo-diestro de la franela descolorida en tonos amarillo-naranja (na na na na)- azul está Ricardo Anaya, el escuálido bateador de toquesitos y hits de pierna que por sus orígenes debería jugar para los Bravos de Atlanta (dado que allá está su casa) y podría resucitar a varios enemigos que sumó por el oscuro proceso de designación. Por mucho tiempo el PAN no eligió al candidato entre los militantes, Anaya como presidente del partido se autoproclamó el candidato de ese instituto y de dos más, pintándoles un violín a los que exigían una elección interna democrática. Nombres como Miguel Ángel Mancera, Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle entrarían con gusto al quite y buscarían ocupar el lugar de cuarto bat en el equipo del Frente PAN-PRD y MC. Tal como se encuentra el debilitado frente, no asegura el respaldo irrestricto a Anaya ni a un eventual sustituto, pero esa es otra historia. O habrá que tomarle la palabra a Diego cuando ofrece que a Anaya sólo muerto lo pueden sustituir de las boletas. Así lo hicieron en el PRI, ¿por qué debería de resultar imposible?

En las filas del tricolor la operación cicatriz, en la que la familia revolucionaria pacta con las facciones, resolvió de forma amable el amplio rechazo por la postulación de José Antonio Meade por parte de la militancia. Insistió el exsecretario de Calderón y Peña Nieto en asumirse un candidato ciudadano que abanderaba el PRI, que lo hicieran suyo y lo llenaran de símbolos del viejo y nuevo caudillismo revolucionario. Se puso la gorra de los verdes y colocó al nefasto niño verde, Jorge Emilio González Martínez, en las listas de los pluris, porque según el ungido de Peña Nieto, el dueño del PVEM le aporta experiencia a la alianza y dejar a los escarlatas del PRI otros seis años en los pinoles. En el mundillo beisbolero José Antonio Meade sería una especie de jugador de ligas menores, que sin mucho talento en el bat, y menos en el guante, un día recibe el llamado para abrir como estelar un decisivo juego de Serie Mundial. En ninguna lógica podría lograr tal hazaña. Así en la actual campaña, su pobre discurso y falta de identidad no le dan para prender la emoción por lo quevel PRI ofrece. No establece distancia de Peña Nieto y sigue avalando al gobierno al que el sirvió. El emisario de la continuidad podría encontrar poca fuerza en un partido que, aunque insistirá en sostenerlo, sabe que cuenta con relevistas de lujo como Miguel Ángel Osorio Chong o el mismísimo Aurelio Nuño, que sin chistar se colocarían al frente de la campaña y buscarían retener la Presidencia con mayor determinación que el lamentable trabajo realizado por Pepe Meade, al que ya apodan “el descolorido” y no por su vitiligo sino porque no agarra color: un día amanece verde, otro le da por el turquesa de Nueva Alianza y el que nunca termina por combinarle es el rojo del PRI, que siempre confunde.

Aunque no lo crean, al poderoso Andrés Manuel López Obrador también le encontrarían un reemplazo en toleteros como “Big Papi” Monreal o Marcelo “El Dandy” Ebrard. En la elección pasada, luego de la popularidad alcanzada por Ebrard, la principal preocupación en el PRI era una competencia entre el jefe de Gobierno y el gobernador mexiquense. Ese escenario no ocurrió y ya sabemos cuál fue el resultado. Pero con lo traqueteado del Peje bombardero, no estaría por demás poner a calentar a algún emergente, por si las moscas.

Comienzan las campañas este fin de semana y también las ligas mayores. La posibilidad de colocar a un novato o cambiar de nombre podría alterar cualquier quiniela, especialmente por aquellos que no están dando color. En el grupo de los herederos de Plutarco Elías Calles seguirán las voces clamando por un cambio, lo malo es que no fueron ellos sino el inquilino de Los Pinos quienes tomaron la decisión.

Veremos el 1 de julio a quién le asiste la razón. Mientras tanto estamos hartos de juegos de estufa; que canten ya el play ball y arranquen las campañas. Esta será la madre de todas las guerras sucias por ganar la Presidencia y queremos jugadas de Ligas Mayores.

Por: Mario Ortiz Murillo

Por vocación sociólogo, de placer periodista. Soy un adicto enfermizo a las buenas y malas películas, especialmente las de culto (para mí). Me considero plural y lucho, desde mi humilde tribuna, en el aula y en la prensa por promover la tolerancia. Fiel seguidor de los Pumas, el mejor equipo de México y de la mejor institución del mundo, la UNAM. Aunque mi verdadera pasión no está en el deporte de las patadas sino en los batazos y las atrapadas. El rey de los deportes, según mi filosofía, debería convertirse en el deporte nacional y mundial por decreto de la ONU. Cuando esto ocurra, prometo jubilarme y dedicarme a bolear zapatos y arreglar bicis.






TRES BOLAS Y DOS STRIKES - Mario Ortiz Murillo

Por vocación sociólogo, de placer periodista. Soy un adicto enfermizo a las buenas y malas películas, especialmente las de culto (para mí). Me considero plural y lucho, desde mi humilde tribuna, en el aula y en la prensa por promover la tolerancia. Fiel seguidor de los Pumas, el mejor equipo de México y de la mejor institución del mundo, la UNAM. Aunque mi verdadera pasión no está en el deporte de las patadas sino en los batazos y las atrapadas. El rey de los deportes, según mi filosofía, debería convertirse en el deporte nacional y mundial por decreto de la ONU. Cuando esto ocurra, prometo jubilarme y dedicarme a bolear zapatos y arreglar bicis.