Si el PRI se divide, hay alternancia

En política, sobre todo en tiempos electorales, es muy dada la práctica de los personajes que exigen candidaturas porque sienten que el partido se las debe por su fuerza y presencia política o por la grandeza de sus grupos o apellidos, que de acuerdo a la costumbre les da derecho a una cuota en esa posibilidad. Son las que se llegaron a llamar candidaturas como pago de cuota.

Otra forma que se dio fueron las candidaturas para los cuates, amigos o compinches y no importaba que no tuvieran trabajo de partido o que fueran poco conocidos, porque cuando llegaba la hora de las candidaturas aparecían o aparecen los amigos o cuates y son los candidatos.

Y también existían los cotos de poder y fuerza, sentir que el poder y los cargos les pertenecen como propiedad de estas personas o grupos y ni se diga de las candidaturas que sienten que son de ellos y de nadie más.

Por estas costumbres -que por largo tiempo fueron práctica, sobre todo, del PRI- es que llama la atención la conducta del tricolor de Hidalgo, que en la elección del 18 de octubre pasado decidió cortar con esas prácticas y hacer de la voz de los priistas de a pie regla de conducta para las candidaturas, así como negarse a las coaliciones con otros partidos donde los socios generalmente ganaban todo y aportaban muy poco.

Y la apuesta fue correcta, porque se ganó.

Ahora viene una elección fundamental para la vida del país por la posibilidad de darle al ejercicio del poder un contrapeso que equilibre las decisiones desde el Poder Legislativo.

Esto provocó que partidos históricamente enfrentados se unan en una coalición denominada “Va por México”, en que se unen PRI, PAN y PRD.

Por sus antecedentes parece una medida, por lo menos, rara, pero que contemplando lo que se vive en esta hora encuentra una justificación, como medida extrema.

 

EN HIDALGO 

En nuestro estado como que se ve el panorama electoral más para la sucesión gubernamental y la elección del 6 de junio es solo parte del camino para la gubernatura, de tal manera que lo que se ve es la presencia de dos partidos tricolores: el de Hidalgo y el de México, lo que habla ya de divisiones o por lo menos con dos posicionamientos distintos: uno el de México y otro el de Hidalgo.

Al PRI del estado poco o nada le pueden aportar desde la capital del país para hacerlo un partido ganador, porque ya lo es, y al revés le quitaron un poco o un mucho su rostro de orgullo para combatir electoralmente y no fue bien vista la coalición, aunque muchos lo entendieron.

Por esta forma distinta de ver el proceso electoral es que lo dicho por Erika Rodríguez, presidenta del PRI Hidalgo, es de llamar la atención, como mensaje claro y contundente para la elección de gobernador en el 2022 cuando dice que en la cuestión de candidaturas ni cuates, ni cuotas, ni cotos y menos palomeos de manos poderosas.

En otras palabras, que en el partido tricolor del estado no dejarán que manos extrañas decidan candidaturas porque se entiende que son los priistas de casa los que decidirán quienes van y quienes no.

Y es sin duda una advertencia que no es menor, porque no lo es.

No cuesta mucho entender el mensaje de la dirigente priista.

Basta tener los oídos bien abiertos.

Si el PRI en Hidalgo se divide y pierde la unidad que ya había logrado, como se demostró en la elección de octubre, el futuro para el 2022 se vuelve peligroso y estaríamos a la puerta de una alternancia de partido en el poder Ejecutivo.

Incluso con coalición.

Si se mantiene unido es otro cantar, porque el partido fuerte en Hidalgo es el tricolor, con o sin coalición, y por contar con el mejor gobernador del país en Omar Fayad.

Cuestión de hablar, dialogar, respetar y no de imponer reglas o modos de hacer política.

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Por: Adalberto Peralta Sánchez

Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.


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SUMA Y RESTA - Adalberto Peralta Sánchez

Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.