El negocio de la venta de armas a nivel internacional supera los 420 mil millones de dólares al año; de la mano, la violencia es generada y creada por opresión e intereses económicos de Estado, delincuencia y conflictos socio-estatales que mantienen una espiral de homicidios sin precedentes históricos en el mundo.
En Estados Unidos, al año se perpetran más de 14 mil homicidios con armas de fuego. Y es que en ese país las personas pueden adquirir un arma inclusive en el supermercado, pues existe una amplia la cultura de defensa personal, a pesar de su sistema de justicia punitivo con castigo de pena de muerte y castigo físico.
Históricamente, los estados punitivos -que no preventivos- han generado más violencia que la que pretenden contener, por lo que la tesis del Estado que vigila y castiga como forma de pacificación social es una reverenda pendejada; más aún: el Estado punitivo invita a la violencia porque cuando impone penas inconmensurables, perpetuas, o con la elevación de las mismas, lo único que provoca es que los delincuentes ya no tengan nada que perder, pues da lo mismo estar 30 años en la cárcel o más y esto de ninguna manera inhibe la delincuencia.
Frente a esta cruda realidad, la propuesta de Alejandro Moreno, presidente del PRI, de armar a la sociedad mexicana es una de las peores cagadas que un servidor público pueda cometer, ya que asemeja una afrenta de cuervos a punto de sacarle los ojos a cualquiera, condición absurda y que quebranta el precario equilibrio que el Estado mexicano tiene en materia de seguridad y control de la violencia.
Es inaudito que exista una propuesta tan brutal como la de armar a la sociedad, cuando en México la violencia del crimen organizado y del Ejército deja una estela amarga cada día que pasa.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
