Otro de los flamantes miembros del Salón de la Fama del Béisbol Mexicano al que tuvimos ocasión de ver durante muchas temporadas fue el tercera base Óscar Robles Arenas.
El buen amigo Arturo Cordero cuestionaba si el tijuanense nacido el 9 de abril de 1976 tenía los méritos suficientes para ingresar al recinto de los inmortales, y la verdad es que sí.
El tijuanense jugó durante 15 temporadas en la Liga Mexicana de Béisbol para los Guerreros de Oaxaca, los Diablos Rojos, y los Toros de Tijuana, con los que se retiraría como campeón en 2017, bateando .315, y quienes además le darían su primera oportunidad como manejador.
Debutó con el equipo escarlata en la campaña del 2000, pero de inmediato fue enviado a los Guerreros de Oaxaca, donde sus buenas actuaciones en las siguientes tres campañas lo llevaron de regreso con los Diablos.
Su promedio de bateo de por vida fue .335, con 1,585 imparables, 72 cuadrangulares y 772 carreras producidas.
Asimismo, estuvo tres años en Grandes Ligas con los Dodgers de Los Ángeles y con los Padres de San Diego.
En la Liga del Pacífico jugó 21 años, pero se le recuerda mayormente con los Algodoneros.
Ironías de la vida: se esperó a que fuera entronizado en el Salón de la Fama para que los Águilas de Mexicali le dieran las gracias como manejador.