Un injusto regreso

Hoy comienza un nuevo semestre en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), lo cual despierta muchísimas preocupaciones entre quienes conforman la comunidad de esta casa de estudios. Si bien la institución ha podido seguir con sus actividades luego de la detención de Gerardo Sosa Castelán, los problemas no se detienen. 

Aunque el reto de la educación a distancia no es propio de la UAEH, al tratarse de la universidad pública que más estudiantes tiene en la entidad, se convierte en el blanco para analizar cuáles son las condiciones en las que los profesores enfrentarán el nuevo ciclo escolar. La pandemia ha hecho que el trabajo y la escuela se hayan apoderado de nuestras casas, de esos espacios que pertenecían a nuestra vida privada y que ahora se han vuelto del dominio público. 

El trabajo en casa para los miles de profesores que integran la plantilla docente de la universidad no ha sido sencillo. Se da por hecho que todos cuentan con las condiciones técnicas, de conocimiento y económicas para ejercer su trabajo desde casa. Pero esto es una mentira. 

La mayoría de los profesores de la UAEH tienen contratos por horas de asignatura, esto significa que hay pagos que no reciben porque no son personal sindicalizado. Al mismo tiempo, en condiciones de la vieja normalidad, estos profesores no cuentan con un espacio para trabajar más allá del aula o los espacios comunes en alguno de los campus  de la universidad. 

Ahora, se da por hecho que con lo que los maestros ganan impartiendo clases por hora, pueden tener una computadora, conexión a internet y el conocimiento sobre los miles de recursos tecnológicos que se ha exigido que dominen en este momento.

Los profesores siempre han sido material político para la institución; cuando se trata de los beneficios siempre hay que hacer más, trabajar más, hacer más política para, cuando se trate de salir a defender la cabeza de un líder que dejó un barco hundiéndose, nadie dude de la solidez de la institución. 

Esta crisis es un buen momento para repensar cómo se ha tratado al cuerpo docente en una institución que se mueve gracias al profesorado y a su fuerza de trabajo. La práctica docente siempre ha sido injusta, pero esta pandemia puede ser una buena pausa para identificar qué necesita un profesor para trabajar en condiciones de excelencia, sobre todo en una universidad que presume de estar en los listados de las mejores instituciones del país, pero que en condiciones de normalidad no puede garantizar siquiera la entrega de un paquete de plumones al inicio del semestre. 


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