Todo indica que el dilema del ejercicio de gobierno es lograr legitimidad para que sus acciones sean percibidas como justas y la credibilidad conlleve a la gobernabilidad.
Todo este entramado se traduce en generar oportunidades para el todo social, lo contrario es la desolación y el aborto de la sociedad hacia las estructuras gubernamentales, ¿le suena conocido?
Es evidente que el ejercicio de gobierno atraviesa por una seria erosión y su déficit para las generaciones actuales parece inmemorial.
Los de generaciones pasadas recuerdan perfectamente que eran, prácticamente, herederos genéticos de la crisis, porque muchas de esas generaciones desde niños recordaban que sólo se hablaba de la crisis, que los gobiernos invariablemente hacían referencia a ella, y ésta era económica pero en realidad se había convertido en un monstruo social que amenazaba con tragarse a todos.
En este escenario, los cuestionamientos hacia el ejercicio de gobierno se han multiplicado y van más allá de casi cualquier parámetro de la imaginación, atienden a múltiples frentes: lo mismo sobre el desempleo, la carestía de la vida o la reforma educativa ante el regreso de los migrantes.
El dramatismo de este escenario estriba en que la credibilidad del Estado se encuentra en niveles preocupantes y es fiel reflejo de la marcha del país, aunque los discursos e informes oficiales enuncien lo contrario, cuestión que no calienta a nadie ni puede sorprendernos.
El ADN de la incontinencia política parece culminar con la ausencia de probidad de los servidores públicos, que protagonizan telenovelas en los diferentes noticieros donde o se habla de sus tropelías o de que fueron encarcelados, o bien, de que se encuentran prófugos, cuestión que deja por los suelos la credibilidad y que vaticina un futuro negro.
Por si fuera poco, las amenazas del gobierno norteamericano se también condiciones proclives al cuestionamiento social hacia el gobierno, porque lo que el ciudadano admite no es sólo la agresión del gobierno norteamericano, sino cómo ha sido y es enfrentada con éxito por su gobierno.
La incontinencia política se expresa en el deterioro de la confianza ciudadana, el paso próximo es la rebeldía.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.