Este miércoles concluyó en Cancún la XLVII Asamblea General de la Organización (OEA), dedicada a llevar a Venezuela al patíbulo y alejada del tema que la trajo a México: “Fortaleciendo el diálogo y la concertación para la prosperidad”.
Ridículo y lamentable el papel que jugó México en esta XLVII Asamblea de la OEA, al frente de un grupo de países integrado por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, obstinado en hacer escarmentar al gobierno de Venezuela y poner fin a la cooperación de su gobierno con países de Centroamérica y el Caribe, sobre todo al suministro de petróleo a través de Petrocaribe.
Aunque Venezuela inició el proceso de su retiro de la OEA y señaló en voz de su canciller, Delcy Rodríguez, que Venezuela no volvería mientras sea un país libre y soberano, y no reconocería la reunión de cancilleres ni avalaría lo que resolviera, estuvo presente hasta el final, junto con su equipo de trabajo.
Pero no sólo eso: aunque fue rechazada por la Comisión General de la OEA, Venezuela propuso que se incluyeran 10 puntos para debatir en la última sesión, entre ellos el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos en 2014, la construcción del muro fronterizo y el retiro de Estados Unidos de los Acuerdos de París sobre el cambio climático. Todos ellos fueron rechazados por considerarlos “poco serios e irrelevantes”; no obstante, la canciller aprovechó para trasmitir la solidaridad de su gobierno con los familiares de los desaparecidos y la exigencia de verdad, justicia y reparación para las víctimas y la sociedad en conjunto.
Lo más sobresaliente de la Asamblea ha sido la defensa de Venezuela por parte de los países del Caribe, los cuales soportaron las presiones y amenazas de Estados Unidos y de otros países que les proporcionan ayuda, situándose junto al gobierno venezolano a pesar de las consecuencias que puedan sufrir por elegir el bando contrario al de Estados Unidos, país que intentó hasta el último momento sacar una resolución que atemorizara a los venezolanos.
Con todo esto, los países olvidaron debatir sobre el tema principal: “Fortaleciendo el diálogo y la concertación para la prosperidad”, para dedicar los tres días de trabajo a sentar en el banquillo de los acusados a un país al que ya no le interesa seguir formando parte de esa organización.
La famosa Carta Democrática de la OEA, que jamás salió a la luz bajo la dictadura militar de Pinochet en Chile o las de Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala -por señalar estos casos en los años setentas y ochentas-, se ha convertido en un instrumento de coerción más que un mecanismo para profundizar y defender la democracia en América.
Países del Caribe como San Vicente y las Granadinas, Nicaragua, El Salvador, Ecuador, Bolivia, estuvieron siempre al lado de Venezuela para defender su soberanía y rechazando la injerencia en sus asuntos internos, resistiendo las presiones de Estados Unidos y de México, quien se ha subordinado a los intereses del Departamento de Estado, en espera de ser retribuido en las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
