¿Cuándo la inteligencia cabe en la estupidez?

Me encantaría entrar en el debate de caracterizar y no definir a la inteligencia, pero no es el cometido de este artículo.

Repensar a las sociedades que hemos construido en el siglo XXI es un imperativo para seguir pensando que la inteligencia no nos ha sido dada para crear un mundo ciego e indolente que vulnere a los seres humanos, sin apreciar que cada uno de nosotros es importante porque somos diferentes y que la diferencia nos une en la génesis de nuestra natura como especie.

Ser inteligente no implica saber más, implica reconocer que la humanidad es lo que nos debe interesar conocer, construir un mundo donde todos tengamos un paso digno, lo mismo los ancianos que los homosexuales o las personas con discapacidad, lo mismo el sabio que el que imagina en la montaña, el que crea poesía o el que escucha rock.

La estupidez es siempre un camino ciego y sórdido, no confundir con la ignorancia, porque ignorar no es un pecado ni una anomia de la inteligencia, es la imposibilidad de conocer y mirar fuera del contexto, lo cual no está reñido con la comprensión del universo, así como lo hace el analfabeta, un rico o un docto.

¿Cómo hacer una inteligencia inteligente? Empecemos por comprender al otro, mirar con esperanza a la humanidad, sentir en nuestra sangre que es necesario sentir, creer en nosotros mismos como en nuestro prójimo y trazar un mundo para todos, donde nuestros niños nos enseñen a reír, donde el amor no sea una ínsula egoísta, donde nuestros ancianos nos regalen el gesto noble de sus ojos. Solo entonces veremos la primera luz, la génesis maravillosa de nuestra inteligencia inteligente.

La inteligencia no cabe en la estupidez, y más absoluto: la estupidez no cabe en nuestra inteligencia.

Camina por la calle y observa al otro, da gracias por el infinito gusto que la vista te entrega, aspira a la verdad con la pasión de defender al que es tratado de manera injusta, no sonrías ante la vileza del opresor, condensa la primera semilla para sembrar amor y, quizá con ello, la inteligencia inteligente se asome a tu puerta, quizá entonces los pies descalzos se cubran de amor.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.