Muchos de nosotros hemos escuchado que el sistema económico chino es socialista, lo cual nos puede llevar a pensar en ejemplos de países con economías del “mismo” tipo como la extinta Unión Soviética o Cuba, naciones donde no fue exitoso este modelo, y fue este mismo lo que orilló a la desintegración de la URSS o a que, en la actualidad, la nación liberada por Fidel Castro, sea vista como el modelo que no hay que seguir para dirigir un país debido a las malas condiciones materiales de su población. Por lo que muchas personas pueden llegar a preguntarse cómo es que China ha tenido tanto impacto a nivel internacional, mayormente hablando de sus exportaciones a prácticamente todos los rincones del planeta, teniendo este tipo de sistema económico. Pese a que en los ejemplos antes mencionados existen otros factores que llevaron al mal funcionamiento del modelo socialista, es interesante analizar el caso chino para entender por qué su economía ha sido tan fructífera y cómo ha logrado tener tanto impacto en el sistema internacional de hoy día, sobre todo en América Latina y, más puntualmente, en México.
A partir del gobierno de Deng Xiaoping, la economía china sufrió reformas que llevarían a la creación de un modelo socialista de mercado, lo que significa una apertura a la entrada de capitales extranjeros que serían guiados en cuanto a su producción por el gobierno chino, permitiendo la expansión de empresas nacionales así como la llegada de empresas transnacionales, en las cuales tendría parcial o total influencia el aparato estatal, para que existiera una correcta planificación y que pudieran satisfacerse las necesidades de la sociedad de forma estructurada a la vez que se expandía la industrialización dentro del país. Esta línea sería mantenida por los gobiernos sucesivos, con sus respectivas modificaciones, pero que se mantenían en los márgenes de la globalización.
Es así que el sistema económico chino ha sido nombrado como “socialismo de mercado” o “capitalismo de Estado”, llevando al país a erigirse como una de las principales potencias del mundo. Luego del éxito económico que ha tenido este sistema, el gobierno chino ha buscado extender sus zonas de influencia a través de la financiación de grandes proyectos a lo largo del planeta, haciendo inversiones millonarias que buscan atraer a diversas naciones a la simpatía por China, lo cual ha funcionado enormemente, como en su alianza llamada BRICS la cual recientemente ha agregado a otros actores que evidencian el liderazgo económico que ha obtenido la nación del dragón en todo el planeta.
México no está exento de dicha influencia, por lo que las relaciones entre nuestro país y China se fortalecen cada vez más, poniendo al gobierno mexicano en una encrucijada sobre con quién tener más acercamiento, si continuar bajo el yugo estadounidense o dar preferencia a China, actor que cada vez se posiciona mejor en un sistema internacional, en el cual, Estados Unidos se ha distraído tratando de solucionar los problemas de Europa, principalmente hablando de la guerra entre Ucrania y Rusia, donde nuestro vecino del norte ha sido un actor fundamental.
En este sentido, lo único que podemos esperar es que nuestro país se convierta en una zona de batalla inscrita en esta guerra económica que libran Estados Unidos y China, donde ambos actores desean ser el primer lugar en cuanto a poder económico, utilizando a otras naciones para llegar a dicho objetivo. A este respecto, pese a que la economía mexicana se mantiene entrelazada con la estadounidense, es posible que veamos un estrechamiento en las relaciones con China, tomando en cuenta que será difícil ver el pronto regreso de un gobierno priista o panista, los cuales, históricamente, han permitido que Estados Unidos dé pauta a lo que nuestro país debe hacer en todo sentido, por lo que es probable que estemos ante el inicio del cambio en las relaciones comerciales de México.
Por: Carlos Nander
Estudiante de la disciplina de las Relaciones Internacionales en búsqueda de los posibles efectos que pueden generar dentro de nuestro país. Amante del conocimiento, la historia y el cine.
