Esto no pinta bien

En los últimos días se han dado hechos que presagian condiciones difíciles para la gran elección del 6 de junio, pues la violencia ya apareció de manera brutal en algunos puntos y de manera incipiente en otros; esto debe frenarse con responsabilidad, sobre todo de los protagonistas de la vida política del país.

Las descalificaciones diarias contra el organismo que le da legalidad a la elección, los ataques a la prensa y a los organismos que tienen una misión autónoma, y en general a quien no piense como quien tiene el poder, han ido creando sentimientos que van de la inconformidad y hasta el enojo

Y no es que quien manda no tenga derecho a manifestarse cuando quiera y como quiera, lo preocupante es que no es un ciudadano como todos, es el líder de la nación, con lo que dice y hace traza rutas que siguen muchos ciudadanos, particularmente sus seguidores, que como él también descalifican y amenazan. También se puede estar en contra de leyes y organismos que no convenzan, pero mientras tengan vigencia se deben respetar, o bien, cambiarlos, ya que si se ignoran o no se atienden se camina por sendas peligrosas en que la ley se aplica a conveniencia.

Este ambiente enrarecido en que parece que caminamos a ciegas por la forma en que se descalifica gran parte del marco legal electoral, ha creado una forma de actuar motivada por una postura personal y no la ley, que se supone es un acuerdo de todos a través de los representantes legislativos para darle a la comunidad un camino de seguridad y certeza de lo que se puede y no se puede hacer.

Cuando esto no pasa y el marco legal (o sea las leyes expresadas fundamentalmente en la Constitución) se atiende o desatiende según postura personal, todo indica que ese marco legal ya no sirve, porque deja de ser para todos y es más bien una serie de recomendaciones que se pueden atender a contentillo sin ninguna consecuencia, porque los obligados a hacer cumplir la ley tampoco sirven.

Somos entonces un pueblo sin ley en el que se impondrán el capricho y los gustos del más fuerte, no del que tenga la razón.

Ese es el peligro para el 6 de junio.

Si pierde Morena, los órganos electorales habrán dictado su sentencia de muerte. Si gana, de todos modos van tras ellos. 

Faltan unos 18 días de campañas y unos 24 para el día de la elección, y lo que se ve es que Morena no tiene todo seguro y que más bien se le derrumban triunfos con hechos como el colapso de la línea 12 del Metro, que parece haberse llevado a muchas de sus candidaturas por lo que significa de factura a pagar por Morena.

Lo lamentable es que se vive ya un escenario en que se descalifica y casi se le niega validez a lo que decida el árbitro electoral, con la consecuencia natural de que se descalifiquen los resultados del 6 de junio si así conviene, culpando al órgano que rige este proceso y se dé paso a tribunales, marchas, plantones y todo lo que se acostumbra en estos casos.

Pero ahora lo importante es cerrar bien las campañas, porque la situación está muy enredada con violencia ya presente, como en Sonora, donde el candidato a alcalde para el municipio de Cajeme, Abel Murrieta, de Movimiento Ciudadano, fue asesinado de diez balazos en pleno centro de la ciudad.

La violencia se pasea ya en los caminos de la elección y todo indica que continuará en los días que faltan de campaña y puede incluso arreciar el 6 de junio y después llegar a las calles y plazas del país.

En este momento la violencia verbal es un hecho, con acusaciones que enturbian todo el proceso y que buscan vulnerar al INE, sobre todo para descalificarlo como autoridad electoral. Y ya se sabe -y se vive- que a la violencia de las palabras le sigue la violencia física.

Esto no pinta bien.

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Por: Adalberto Peralta Sánchez

Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.


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SUMA Y RESTA - Adalberto Peralta Sánchez

Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.