El capitalismo tiene una cara desalmada y no hay algo parecido a un buen industrial. Se basa en la explotación del hombre sobre el hombre y no hay vuelta de hoja. Así lo demuestra Entre dos amaneceres, ópera prima del turco Selman Nacar, que forma parte de la séptima edición de Talento Emergente y se ha estrenado en una de las salas de la Cineteca Nacional.
El guion del propio realizador, nacido en Usak en 1990, narra la historia de Kadir (Mucahit Kocak), el miembro más joven de una familia que ha mantenido una fábrica textil durante generaciones. Su hermano mayor, Ibrahim (Unal Silver), elogia taimadamente su trabajo, pero él es el que lleva las riendas del negocio.
La cosa comienza a complicarse cuando una de las máquinas se descompone e Ibrahim manda a un obrero a componerla, sin seguir las medidas de protección necesarias. El hombre resulta gravemente herido y Kadir es enviado a negociar con la familia. Al mismo tiempo, debe conocer a la familia de su novia, Esma (Burcu Goldegar), que es muy tradicionalista.
Kadir descubre los malos manejos de su hermano, que no quiere gastar en la seguridad de los trabajadores, ni en refacciones para las máquinas, y que para colmo lo quiere convertir en el chivo expiatorio, por lo que, para no terminar en la cárcel, deberá salir del país.
La mentalidad capitalista no había quedado tan al desnudo desde la obra maestra de Andrej Wajda, La tierra de la gran promesa, en la que un trío de empresarios se enriquecía a costa de los trabajadores.
Iki Safak Arasinda ha ganado premios en los festivales del Bósforo y de Antalaya, y es una cinta muy recomendable, que no hay que perderse.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
