El manejo de la basura es uno de los temas básicos de la gestión de una ciudad. Casi siempre se da por hecho que “el camión de la basura” -que es como los ciudadanos ubicamos a los servicios de recolección de desechos- pasará y se llevará todo lo que no queremos: lo viejo, lo roto, lo podrido.
Y así nuestra vida transcurre con normalidad, inconscientes del destino final de lo que tiramos, hasta que un día, o dos o tres, el camión deja de pasar y las esquinas se inundan de nuestra basura, acumulando kilos y kilos de desperdicios.
En un entorno ideal, es decir, en una ciudad bien administrada, eso no tendría que suceder, pero en Pachuca, hace algunos días el relleno sanitario que se encarga de recibir la basura de los pachuqueños fue cerrado por un grupo de ejidatarios que afirman que el municipio tiene una deuda con ellos.
La alcaldesa, Yolanda Tellería, ha hecho un llamado a la ciudadanía para no sacar la basura a las calles por algunos días, a la vez que se responsabiliza de la irregularidad en el servicio, pues admite que es papel del municipio. Sin embargo, la gente no ha escuchado sus peticiones y las esquinas de la ciudad se encuentran rebosantes de bolsas y bolsas de desechos.
Hasta el momento no hay noticias sobre algún acuerdo entre los ejidatarios y el municipio, mientras tanto, la alcaldesa aparece en las listas de mejores gobernantes del país y la ciudad del viento se está convirtiendo en la ciudad de la basura.
