¿La democracia del pueblo?

Hace décadas que el célebre politólogo Giovanni Sartori polemizó sobre la inconsistencia y porosidad del concepto “pueblo”, denotando su ambigüedad y abaratamiento en el discurso político, cuyo léxico lo volvió un cliché de escritorio.

 

De pronto, hablar del “pueblo” significaba todo y nada; era tan sórdido como tratar de entender por qué nos gobiernan seres del inframundo de esa clase política que jamás ha servido al pueblo y se ha servido de ese pueblo. Entonces, el concepto “pueblo” cobraba sentido: pueblo es toda aquella persona provista de derechos políticos de la cual se ha servido la clase política, vulnerando sus derechos para edificar el neoesclavismo del ciudadano frente al ejercicio de gobierno.

 

Entonces: ¿cuándo la democracia ha sido del pueblo? ¡Nunca!

 

La asimetría entre la clase política y el ciudadano no avizora en México, desde hace décadas, la posibilidad de que el “pueblo”, desprovisto de rostro, voz y poder público, sea el artífice y destinatario de su propio gobierno; contradicción mayúscula del propio régimen político “democracia” que debe implicar el “gobierno del pueblo”.

 

La frialdad e indolencia que han prevalecido desde la clase política en el planeta son la punta del iceberg de los problemas en México, que lo mismo nos recuerda a los estudiantes asesinados en 1968 que a los desaparecidos en Ayotzinapa; donde la ferocidad del crimen de Estado no solo vulneró el principio de soberanía democrática de la nación, sino también el sentimiento de dignidad a que los seres humanos tenemos derecho en un orden civilizatorio.

 

Incontables son los ejemplos de la crueldad de los usos del Estado por esa clase política que se prodiga en elogios de escritorio a su pueblo; asemejan un siniestro concierto de muerte anunciada, un espacio de violencia que se entreteje desde las sombras del poder, silente pero amenazante, enmascarado en la misma noción civilizatoria que, en apariencia, nos aleja de los animales, con la salvedad de que los animales no asesinan.

 

¿La democracia del pueblo?

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.