La explosión en Tlahuelilpan desnuda a nuestras autoridades

Ante la desgracia sucedida en Tlahuelilpan por el incendio de un ducto ordeñado han corrido decenas de versiones sobre responsabilidades y causas de la muerte de casi una centena de pobladores que acudieron al lugar con la intención de abastecerse de gasolina ante la difícil situación que se ha vivido en las últimas semanas en la entidad y el país.

Sin embargo, deben destacarse las acciones del gobernador Omar Fayad Meneses, quien no dudó en arribar a la región para darle respuestas a la gente, además de su tino para suspender agenda y volcarse de lleno a la vulnerable población.

Inmediatamente se giraron órdenes hacia personajes como Marco Antonio Escamilla, secretario de Salud, y José Meneses, secretario de Obras Públicas, para que enfocaran esfuerzos y acciones para facilitar y acelerar los trabajos del municipio que se ha visto inmerso en la tragedia.

La presentación del Gobernador Hidalguense en conferencia de prensa fue suficientemente clara y vasta para despejar dudas sobre las acciones emprendidas, dejando claro que los dilemas corresponden a Pemex y su operación en cuanto al suministro de hidrocarburos, versión respaldada por autoridades federales y el propio Presidente de la República.

Pese a los esfuerzos no todo son buenas noticias para los hidalguenses, que ahora recibimos la noticia de que el alcalde de Tlahuelilpan está siendo investigado por el uso de una bodega para resguardar “huachicol” decomisado con el que luego se abastecerían unidades oficiales, esto lleva a desatar la imaginación sobre quiénes son los verdaderos líderes de la organización delictiva.

El alcalde ha sido puesto contra la pared, por lo que a nadie sorprendería su pronta desaparición hacia algún país lejano donde no pueda ser encontrado y sus delitos sean perdonados, pero aún más importante representaría una cadena de complicidades que podrían hacer desaparecer de la escena política a más de un personaje, “en lo que” se pasa el escándalo por la tragedia.