Luego de las complicadas semanas que ha tenido la UAEH debido al arresto de Gerardo Sosa Castelán, hace unos días la institución informó que Lidia García Anaya será la nueva presidenta del Patronato Universitario. Esta decisión da mucho para pensar con respecto al camino que tomará la organización en manos de una de las mujeres más cercadas al expresidente del patronato.
La decisión de que una mujer asuma la cabeza de una institución como la UAEH podría leerse como una interesante declaración de valores por parte de una de las universidades con menos mujeres en puestos de poder y toma de decisiones. Sin embargo, el tema se presta a un análisis profundo, sobre todo porque la carrera de Anaya ha estado acompañada de un sinfín de decisiones políticas que pueden leerse como la continuación del mandato de Sosa Castelán.
La premura con la que han pasado las cosas ha llevado a tomar decisiones de esta forma, lo interesante será analizar si la decisión supondrá un cambio en la manera de operar de la máxima casa de estudios del estado. Sin embargo, y a pesar de la tradición del manejo del poder en la UAEH, las cosas tendrán que cambiar, pues el patronato es, sin duda, la columna vertebral de todo lo que ocurre con la comunidad universitaria.
El objetivo de esta célula universitaria es “contribuir a la consolidación de la autonomía financiera de la Universidad, así como generar mejores condiciones y prestaciones para la comunidad universitaria en función del desempeño y los méritos”. Aunque las cosas nunca han funcionado así. ¿Qué es un mérito para los universitarios? ¿Ser amigo, hijo o familiar de quién es un mérito? Esas son las preguntas que quedan en el aire para pensar en la forma en la que el patronato de la UAEH ha elegido quiénes sí, quiénes no y quienes nunca dentro de su organización.
