La vida en el planeta se encuentra en un punto de quiebre gracias a la desmedida ambición de grupúsculos que comercian prácticamente con todo, y bajo un esquema de sujeción del Estado al mercado han creado contratos sociales a modo para asegurar sus ganancias a costa de la muerte.
El estilo de vida en occidente, donde el ganado es el principal alimento de los sectores urbanos, ha creado dos vectores de peligro: el gas metano y la escasez de agua.
El consumo de carne ha traído una seria demanda de agua para los animales de diferentes especies, del que sobresale el ganado vacuno, que vía su excremento produce metano, gas que contamina gravemente, lo cual se suma a un grado inaudito de deforestación en zonas como la Amazonia, en Brasil.
La escasez de agua y su contaminación ha generado que los grandes monopolios industriales se hayan apropiado del líquido y lo hayan privatizado, creando un mercado en ascenso que, en complicidad con la clase política de múltiples países, ha traído el encarecimiento del agua y su control político.
Sin ir más lejos, en la bolsa de valores de Wall Street ya se cotiza el agua y fluctúa como un valor más, creando una parafernalia de especulación de la cual depende el desarrollo agrícola y empresarial, mercados que están ligados al suministro del agua, lo que podría tener dos consecuencias inmediatas:
- Que la depredación del agua nos lleve a un conflicto mundial e inclusive guerras entre potencias.
- Que la ambición de las grandes compañías y capitales dominantes genere un cuidado del agua para poder seguir vendiéndola (escenario cuestionable).
Hemos puesto en jaque y estrés al ecosistema y lo tenemos al borde de la muerte, por ende, de nuestra muerte; en este orden sistémico todo se vende y se prostituye bajo mitos asquerosos como el del “progreso”, o paradigmas insostenibles que empíricamente nos han probado, desde la extinción de la flora y la fauna, hasta la muerte por radiación nuclear y, por si fuera poco, por la expansión de diversos virus que generan enfermedades, como el covid-19, ¡una verdadera infamia social!
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
