El revuelo causado por el anuncio de WhatsApp, acerca de utilizar los datos de sus usuarios, y la desbandada de los mismos hacia otras redes sociales, confirma lo que Julian Assange develó en materia de uso de información por estados, entes particulares y organismos, cuyos objetivos diversos inciden en el control social.
Demoledor resulta para la sociedad del siglo XXI encontrarse de rodillas frente a la invasión de las redes sociales, empresas privadas que han hecho del mercado no solo una plataforma de negocios, sino de control y neoesclavitud social, lo que se une a sus formas de alienación y penetración mental en la sociedad, generando un escenario de flagrante violación a los derechos humanos.
La intromisión en la vida personal de los seres humanos a través de las redes sociales nos ha llevado a generar violencia, fenómeno aún no plenamente explorado a nivel legal por los diversos estados y sociedades en el planeta, pero que genera desolación.
La censura a la libertad de expresión, que va más allá de lo que las redes sociales cancelan en los “discursos o mensajes de odio”, contraviene a la condición humana y sus libertades generando un “hecho de odio”, que debe ser develado y que no puede ser pasado por alto.
La paradoja de WhatsApp debe ser planteada también en términos de alienación e ignorancia social, factores que han hecho prosperar a las redes sociales, pero que las han convertido en cómplices de su penetración en la voluntad social.
Vivimos en una era donde los apetitos de mercado han avasallado a los seres humanos, creando cadenas hacia su voluntad, la cual se ha visto vulnerada de múltiples formas para custodiar y proteger los intereses de grupúsculos privilegiados por el control del mercado, sin que hasta ahora haya legislaciones que impidan la serie de abusos, violencia y tropelías que se cometen, en especial, a través de los mercados e intereses de las redes sociales.
La sociedad a nivel mundial se encuentra indefensa ante la expansión de los apetitos de quienes controlan las redes sociales y sus múltiples intereses, cuya transversalidad también ha maniatado a gobiernos y actores de la sociedad civil.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.