Los proyectos políticos suelen ser efímeros cuando un partido no tiene arraigo y empatía con la ciudadanía, como es el caso del PAN, cuya crisis se agravó a partir de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, que dejaron un saldo rojo y una pésima imagen de lo que implicaba la alternancia para los sectores de élite económica en México.
En Hidalgo, el PAN no logró construir un Modelo de Desarrollo Político que pudiera eliminar el anquilosamiento que por décadas construyó el bastión priista, con el cual siempre estuvo en pique, pero al que nunca le hizo el peso en el control del Estado.
La administración municipal de José Antonio Tellería tuvo para la ciudadanía mejores luces y logros sociales que la de Yolanda Tellería, quien tuvo que salir por la puerta de atrás e, inclusive, ser investigada por irregularidades en su administración. Estas situaciones se han replicado en los ayuntamientos que ha controlado el PRI en Pachuca, por lo que, desde la oposición del antiguo régimen, resulta tan malo el pinto como el colorado.
La primera derrota del PAN no inició con el ascenso de Enrique Peña Nieto, sino con la debacle del “cambio”, idea política que manifestaba que el país iba a dar un vuelco en contra del antiguo régimen y sus estelas de corrupción. Sin embargo, el cambio con Fox fue un verdadero desastre, y lo que es peor, degradó la figura presidencial a una parodia cómica en la que el “comes y te vas” resultó el epitafio del guanajuatense.
Como los pueblos no tienen memoria y en México la clase política ha hecho todo lo posible por despolitizar a la ciudadanía, se percibe que, frente a sus fracasos, suelen regresar como el ave Fénix. No aprendida la lección con los dolores de cabeza del foxismo, el continuismo macabro de Felipe Calderón estaba por sembrar una guerra contra el narcotráfico como regalo de una administración fatal.
La segunda derrota del PAN se presentó al mezclar el agua con el aceite. La desesperación de las filas del blanquiazul al tocar fondo les hizo creer que entrar en una alianza con el PRI y el PRD les devolvería no sólo escaños públicos, sino también protagonismo político. En los hechos le devolvió al PAN el protagonismo político, sólo que esta vez como un partido fracasado y alejado de la representación y la conducción social como portavoz de las élites económicas del país.
La fisura hasta el hueso con el PRI en Hidalgo sólo es la prueba de que el panismo no tiene capital político suficiente para evitar los dolores que le ha generado a nivel nacional la mezcla entre el agua y el aceite, condición que es una réplica telúrica del fracaso de la alianza opositora de la que Xóchitl Gálvez es abanderada y quien le ha pateado el pesebre al PAN diciendo: “¡No tengo partido!”.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
