Los gritos del alma de los héroes del silencio

Las gotas amargas recorren los hospitales y los cementerios, se agolpan los recuerdos de aquellos que van cayendo sin que nada ni nadie lo pueda evitar; los gritos del alma aparecen en los lamentos de los que ni siquiera se han podido despedir, recorre en mi mente el imaginario invisible. ¿Quién recordará sus imágenes, el rostro del desamparo de esta brutal tragedia de la nación y el mundo?

Miles de historia se registran en las sombras del luto de cada familia, de cada padre, hijo, hermano y amigo, que enjugan sus lágrimas para recordar a los héroes caídos, aquellos que no pudieron pelear frente a un enemigo invisible, aquel que ni la ciencia ni el credo han podido detener ni controlar, porque nadie está preparado para contrarrestar el mal cuando creamos sociedades omnipotentes, creyendo, erróneamente, que lo podemos todo y lo sabemos todo.

Debemos reconocer esta derrota histórica de la humanidad, porque no hemos sabido coexistir con los ecosistemas, sistemas de vida donde se entrecruza nuestra especie que menospreciado y utilizado sin conciencia a la Madre Tierra, al grado que somos la única especie que sistemáticamente ha depredado y asesinado a su propia especie; sólo nos queda la desolación y la gota amarga de la desesperanza.

Hoy, en el anonimato de las mascarillas y la distancia al deambular, la desunión se apodera de la conducta social; en vez de unirnos y ser solidarios nos convertimos en enemigos que repulsan el contacto humano dando paso a la violencia verbal y física, incluso sobre aquellos que humanitariamente atienden a los caídos que en hospitales van muriendo y con ellos miles morimos en la memoria.

La crudeza de esta tragedia sólo es comparable con la depredación que le hemos infringido al planeta, que es nuestro planeta, nuestra tierra que ha quedado seca, con ridículos grupúsculos vegetales, con aguas contaminadas, con el viento denso de la bruma de la polución de las factorías y los automóviles, de nuestras formas de alimentación que genera metano y muerte.

Una plegaria para los héroes caídos no será suficiente, una lágrima sólo será el susurro de la nostalgia para su memoria, pero nada detendrá a la muerte, quizá porque nunca entendimos que éramos vértebras de la misma espina que hoy se clava en nuestra sangre.

Cuando los países ricos deberían perdonar las deudas odiosas de los pueblos pobres, no lo hacen, como tampoco se preocupan por sus muertos; las élites están preocupadas por sus mercados y riqueza, mientras los héroes del silencio mueren, y con ellos también morimos nosotros.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.