México triste y deprimido

Prácticamente desapercibido pasó el Día Internacional de la Felicidad en México el 20 de marzo, y no es noticia, ya que no pueden existir signos de euforia o alegría en un país donde los ciudadanos afrontan una cruda realidad que no tiene trazos de cambiar en un tiempo de incertidumbre, enfermedad y muerte excepcional.

De acuerdo al “Informe anual de la felicidad”, que jerarquiza a los países más y menos felices en el orbe, cuyas escalas se elaboran a partir de encuestas a nivel internacional, México ha caído por debajo de países como Estados Unidos, Uruguay, Chile y Brasil.

No hace falta ser pitonisa para admitir que la muerte se ha convertido en un tema recurrente y cruento que embarga la atmósfera social del país, cuestión por la que, ante la impotencia de una pandemia que ha sobrepasado toda lógica científica, religiosa y social, no es prudente pensar que las personas cuenten con el equilibrio mental para hacer frente a un enemigo de tal magnitud y ferocidad.

En términos del desconcierto social en México, la pandemia no presenta lógicas sobre el control sanitario, los cuidados ciudadanos y el uso de fármacos, y mucho menos sobre sus cronologías, por lo que no existe claridad para asumir que solo es un impasse sanitario y que pronto habrá de ser controlado o erradicado; por el contrario, pese a la vacunación, no existen pronósticos a nivel científico y tampoco de los encargados del ejercicio de gobierno sobre cuándo se le podrá hacer frente a esta contingencia sanitaria que parece que llegó para quedarse.

A nivel internacional se ha fragmentado la fuerza científica, pues no existen estimaciones claras sobre el control de la pandemia y la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha entrado en el debate al respecto; por ende, no existe una racionalización que permita planificación social.

En esta tesitura, ¿cómo asumir el equilibrio psíquico de la felicidad? Imposible.

En el prolegómeno de la muerte asistida por el virus covid-19, no existen mayores opciones para el tejido social en torno a repensar la realidad y asumirla sin temor a la fatalidad; el equilibrio mental oscila en un péndulo de desánimo y desconcierto frente a la cruenta realidad sanitaria que no presenta ninguna lógica para sobrevivir, ya que la enfermedad se lleva lo mismo a los que hacen ejercicio, a los que tienen mayor calidad de nutrición… en fin, a cualquiera.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.