No hay futuro

Como era de esperarse, el semáforo rojo volvió a la ciudad. Las calles de Pachuca comenzaron a llenarse de gente; un aumento en la circulación y la apertura de comercios anunciaban una nueva normalidad que, para ser sinceros, se parecía mucho a la vida de antes, pero con cubrebocas.

Sin embargo, uno podía notar que en las calles había personas sin protegerse, sin mantener la distancia, sin respetar las recomendaciones. El escenario es triste porque ya no es nuevo, porque no sabemos qué tenemos que hacer los hidalguenses para sumar a la contención de esta pandemia y no a un rebrote que sea imposible detener.

Es un mal momento para resignarnos, pero los datos que tenemos de la realidad no ayudan a renovar las esperanzas de un futuro mejor. Creemos ser una sociedad civilizada porque hemos conquistado nuestra naturaleza animal, porque tenemos tecnología, porque hemos llenado el mundo de cemento, pero no hay prueba más clara de lo incivilizados que somos, que nuestra actitud frente la crisis de covid-19. 

La primera gran señal de civilización en la historia del mundo es un fémur roto que cicatrizó, esto es una evidencia de que el cuidado y la capacidad de ayudar a alguien durante una dificultad es el verdadero comienzo de la civilización. Si tomamos este ejemplo para pensar nuestro presente, notaremos cuánto hemos retrocedido.

Porque cada vez que salimos a la calle sin el mínimo cuidado, cada vez que desconfiamos del personal médico, de las recomendaciones que hacen la ciencia y las instituciones; cada vez que dejamos de cuidarnos frente a este coronavirus, estamos más cerca de ser un hueso roto que jamás podrá cicatrizar.


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