Los Paradise Papers, o paraísos fiscales donde los potentados guardan su dinero para evadir al fisco, nos han mostrado que tanto empresas como Apple o personajes como la Reina Isabel II han mandado a la mierda la ilusa fe que muchos tenían en ellos como iconos sociales.
Es evidente que las grandes fortunas se amasan al contubernio del poder político y al amparo de la ley, esto lo sabemos bien y sabemos, además, que no existen escrúpulos en la generación de riqueza y que los más somos explotados trabajando en condiciones de miseria, infrahumanas y autoritarias, mientras que los menos se sirven de las vidas y las almas a través del control del Estado.
Es una verdadera mamada pensar que los sectores que detentan el poder del Estado juegan de manera limpia y respetan la legalidad, esto es poco menos que una afrenta a la razón para los que sabemos leer y escribir.
Los paraísos fiscales no son sólo el recaudo de quienes esconden su dinero para no pagar impuestos, lo son también de dinero que se lava y dinero del peculado, eso está claro y da vergüenza y rencor, pero poco o nada se hace a nivel internacional porque los hombres de carne y hueso que manejan la política, las finanzas y otros negocitos rentables, son juez y parte del tesoro, por lo que hacen oídos sordos a los reclamos sociales, o bien, se hacen como el tío Lolo: pendejos solos.
Desde hace años que los ciudadanos perdimos la inocencia y la confianza en quienes manejan las instituciones públicas y también en muchos agentes privados de la economía, sin que hasta ahora nos hayan dejado de meter el dedo en la boca y, tengamos, por desgracia, que seguir aguantando las tropelías de estos carniceros que navegan con bandera de pendejos.
Pero no tiene la culpa el perro sino el que le da de comer, por lo que los ciudadanos comunes y corrientes no hemos encontrado cómo generar protocolos que impidan que se viole la Ley, así que somos parte, aunque de manera tácita, de una complicidad que nos sangra, que nos rompe la madre y no nos deja respirar.
Para que las cosas cambien tendría que venir Dios a la Tierra, o bien, que se nos quitara lo pendejos, pero la historia es clara, dura y nos alecciona, así que los paraísos fiscales serán uno de tantos sainetes que nos tendremos que tragar en esta neoesclavitud que no hemos sabido romper.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.