Primer debate: muy pocos hits, bateos basura y sólo un cuadrangular solitario

La exposición que da un debate permite administrar cada una de las ocasiones en las que se muestra cada candidato ante las cámaras. Semejante al beisbol, cuando se atiende a las recomendaciones, se escucha al adversario y se responde con claridad, se dice que se da el batazo oportuno, un hermoso hit que dibuja una silueta de arcoíris en su recorrido y rompe el diamante de juego en dos, así le permite avanzar al sagaz pelotero a cada una de las bases. Cuando el desempeño, además, cuenta con la astucia de capitalizar alguna novedad, sorprender al rival, ahí se puede extender el contacto con la bola y colocarla en los rincones de los jardines y ampliar del sencillo hit a un extrabase.

Pocos políticos tienen esa astucia. En el recuerdo encontramos pocos bateadores de esa cepa, uno de ellos fue Diego Fernández de Cevallos cuando se colocó en el plato y rompió el bat para propinarle a Zedillo un certero y doloroso tolerazo que cimbró a la opinión público, luego de enjuiciar al jugador del PRI de ser el candidato que surgió de la tragedia y al que sus dieces de calificación desde que era niño no le servirían de mucho en este proceso democrático. Vapuleado y lastimado, el de franela tricolor quedó expuesto y minimizado por el zorro del equipo azul que había demostrado su enorme talento para sacar el batazo oportuno y desbarrancar a sus contendientes.

En ese tenor el actual debate fue la oportunidad para saber de qué están hechos los candidatos. En el homeplate el discípulo del coach Jefe Diego libró bien sus turnos al bat. Luego de lograr sencillos y de pegar un doblete enjuiciando en el siete de siete a Pepe Toño Meade, desperdició el último turno y bateó un rodado que no lastimó mucho al adversario Peje Obrador.

Por su parte, el artillero de Macuspana se dedicó a cumplir el trámite de sus turnos obligatorios y de ofrecer un juego defensivo, pues así se lo recomendaron desde la banca. Cuando estás trepado en el candelero no hay que atacar, sin embargo, esto no debilitó su poderoso porcentaje de bateo que lo coloca como inalcanzable. En voces de expertos de este deporte tendría que tener un slump, es decir, el declive en su posición dominante en la que se cae y baja radicalmente su desempeño. La campaña de AMLO no parece estar en ese bache, por el contrario, gana todos los días adeptos ante la inconsistencia de los contrarios.

El encendido bateador sabía que este juego no era decisivo, tampoco significaba un partido de estrellas; era, al menos para él, uno de esos encuentros de presentación para el público villamelón, esos que compran el boleto pero no saben nada del deporte. A AMLO lo conocen en el mitin, no en los juegos televisados; lo han visto en todas las ligas populares de la República y por ello siente que no necesita demostrarle nada a nadie. Aunque si bien tiene un público de fanáticos fieles, también hay que lucir con ese frívolo público que le gustan las grandes jugadas. En esta ocasión pocas emociones provocó el bat del tabasqueño, aunque nos regaló una pincelada de buen manejo del tolete al soltar poderosas líneas contra el tierno Baby Face Anaya y el lento novato Pepe Toño Manos de Mantequilla Meade. Éste, sin mucha experiencia en las grandes ligas, no hizo más que abanicar las bolas altas y muy bajas que le enviaban del montículo. Con la única intención de obtener la base por bola, tuvo que resignarse en un lejano tercero lugar luego de insistir en el juego sucio contra el más adelantado. El problema de Meade es su mal juego defensivo, no picha ni cacha, lo suyo es tratar de tocar la bola; sin embargo, dicen que hasta esta astucia le sale mal. En un intento por avanzar se colocó de forma desafiante ante las bolas y apenas pudo llegar a home por la ruta del dolor, es decir: base por golpe. Esperemos que este juego masoquista no termine por mandarlo más abajo, incluso que los independientes.

El niño maravilla del equipo del panismo zurdo, también llamado perredismo católico, se aplicó en un juego basado en el librito. Puras jugadas que marca el manual para permanecer en el segundo lugar. Batazos de hit sin el empuje para dar el esperado cuadrangular. Tuvo la oportunidad para dar el batazo de jugador grande, pero le ganó la novatez y sólo dejó jugadores en base. Algunos temas y críticas a los adversarios funcionaron para excitar a los fanáticos juveniles, milenials y juniors que lo consideran su estandarte. Los aficionados que conocen el juego (sector mayoritario) nunca se dejó confundir con el beisbolista que tiene muchas jugadas tramposas escondidas. La arrogancia del bateador hace sospechar a muchos que estudió los movimientos de los adversarios, pero no logró su cometido, sigue en los mismos niveles de bateo que antes del juego. En tele sus fanáticos disfrutaron los movimientos de Anaya, al que todavía le falta dar el batazo largo.

En la zona de los independientes, sólo el Jimmy Machacas “El Bronco” dio el batazo largo al botarla con la ocurrencia de cortarle las manos a los corruptos. Con el único propósito de hacerse visible entre la competencia de los tres grandes, el Bronco la botó del estadio del INE al provocar la risa y el enojo del auditorio que jamás pensó que a un presidenciable se le ocurriera tal locura. Logró el propósito, ahora todo el país conoce al cuasi invisible jugador que hasta hace una semana sólo conocían en el norteño estado.

No es misoginia, pero así se comprobó que este deporte, al menos esta competencia es de hombres. La puritana de la derecha huérfana, Margarita Valores Zavala, ni siquiera tuvo el poder de articular tres swings seguidos, de ahí su derrota e invisibilidad.

El segundo juego promete, ya nos frotamos las manos porque una vez arrancado el juego, el nuevo debate promete estar más intenso y más entretenido. ¡Que siga el juego!

Por: Mario Ortiz Murillo

Por vocación sociólogo, de placer periodista. Soy un adicto enfermizo a las buenas y malas películas, especialmente las de culto (para mí). Me considero plural y lucho, desde mi humilde tribuna, en el aula y en la prensa por promover la tolerancia. Fiel seguidor de los Pumas, el mejor equipo de México y de la mejor institución del mundo, la UNAM. Aunque mi verdadera pasión no está en el deporte de las patadas sino en los batazos y las atrapadas. El rey de los deportes, según mi filosofía, debería convertirse en el deporte nacional y mundial por decreto de la ONU. Cuando esto ocurra, prometo jubilarme y dedicarme a bolear zapatos y arreglar bicis.


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TRES BOLAS Y DOS STRIKES - Mario Ortiz Murillo

Por vocación sociólogo, de placer periodista. Soy un adicto enfermizo a las buenas y malas películas, especialmente las de culto (para mí). Me considero plural y lucho, desde mi humilde tribuna, en el aula y en la prensa por promover la tolerancia. Fiel seguidor de los Pumas, el mejor equipo de México y de la mejor institución del mundo, la UNAM. Aunque mi verdadera pasión no está en el deporte de las patadas sino en los batazos y las atrapadas. El rey de los deportes, según mi filosofía, debería convertirse en el deporte nacional y mundial por decreto de la ONU. Cuando esto ocurra, prometo jubilarme y dedicarme a bolear zapatos y arreglar bicis.