Siempre es importante limpiar la casa para que las visitas no la encuentren sucia, antes de señalar que la casa del vecino es la que está sucia.
Desafortunadas fueron las declaraciones del secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, en la Organización de Estados Americanos sobre los asuntos internos del gobierno y pueblo venezolano en materia de presos políticos y del ejercicio democrático-electoral del país sudamericano y del gobierno de Nicolás Maduro.
Las declaraciones de Videgaray fueron calificadas como “serviles” por la canciller venezolana Delcy Rodríguez, cuestión que merece ser dimensionada.
México sufre y ha sufrido en carne propia la intromisión en sus asuntos internos por parte de Estados Unidos, siempre la lealtad de México a nivel internacional ha sido por postularse por la autodeterminación de los pueblos y el respeto al derecho ajeno, consideraciones que no se pueden ni deben olvidar.
Es verdad, como señala Luis Videgaray, que México no puede ser indiferente ante los problemas que atraviesa Venezuela -como tampoco lo puede ser de los internos y del resto del mundo-, pero no es menos cierto que México y su representación diplomática no tienen la altura de credibilidad ante las problemáticas consabidas y sabidas a vox populi que atraviesa el país.
Venezuela es un país hermano que vive un momento álgido de su historia, pero sólo les compete a los venezolanos depurar sus problemáticas, máxime cuando internamente existe una reacción golpista que pretende tirar a una democracia legítimamente constituida, nos guste o no el gobierno y proceder de Nicolás Maduro.
No perdamos el camino, canciller Videgaray: el problema está pegadito al norte y no hacia el sur, no nos confundamos y utilicemos nuestra fuerza e inteligencia para defender a México y a su democracia.
Debemos apoyar a Latinoamérica, pensemos a Bolívar, Hidalgo, O’Higgins, San Martín; revaloremos la autodeterminación de los pueblos y, sobre todo, limpiemos la casa antes de pisar la del vecino.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
