Nos acercamos a desencuentros inesperados en los mercados internacionales, donde China se erige como la Gran Bestia Roja que ha dejado los fundamentos del socialismo para convertirse en la nueva serpiente del capitalismo mundial.
¿Hasta dónde llegará China en su incursión capitalista? La respuesta es clara: hasta donde el control de la beligerancia con Estados Unidos lo permita, pero, sin duda, los mercados parecen ser la gran disputa que se encuentra en las cuatro últimas letras de la palabra.
El economista francés Thomas Piketty, que ha causado estupor hacia la tranquilidad de las élites económicas y políticas en occidente al analizar y plantear un impuesto del 10 por ciento sobre la riqueza de los más acaudalados en el orbe, ha calentado las discusiones sobre lo insostenible que resulta el capitalismo neoliberal y su estrategia de globalización que tiene en vilo a la humanidad frente a la competencia de las grandes potencias y los demonios bélicos que la acompañan.
El análisis de Piketty se centra en que dicho impuesto no altera el caudal de los más ricos y puede ser guiado por el Estado hacia los sectores que menos tienen, y así generar condiciones de productividad que, hasta ahora, no han sido exploradas. Sin embargo, su hipótesis me parece pendeja y no considero que remedie los problemas de la redistribución de la riqueza, al menos no en un sistema pensado para competir y no compartir, como en el que nos desenvolvemos.
Pongámoslo así: la acumulación de la riqueza ha sido el signo inequívoco del poder político y económico en nuestro sistema, por ende, impuestos en redistribución al consumo de los que menos tienen no genera la pérdida del control del mercado y su poder de élite, que en el fondo no asume Thomas Piketty, por lo que la columna vertebral de la pobreza como reproductora del sistema no se altera ni se alterará.
Desde hace siglos, el salto cualitativo del capitalismo mundial es la concentración de la riqueza, la cual en nuestros días se multiplica en la cuarta revolución industrial de la electrónica, donde las ganancias se ramifican de manera exponencial para los sectores que han encontrado en la pendejez del consumo de las nuevas tecnologías una nueva ubre cuya leche emana riqueza, pero no distribución de la riqueza para los que menos tienen.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
