Cuando se anunció que una sociedad encabezada por Fernando Valenzuela se haría cargo de los Tigres de Quintana Roo, la mayoría de sus seguidores se mostró complacido, pues la otra opción era la desaparición del equipo fundado por don Alejo Peralta en 1955.
Sin embargo, sus directivos, encabezados por su hijo, mostraron su novatez y cometieron error tras error, además de enfrentar graves problemas económicos, por lo que el equipo amarró su calificación hasta el último día de campaña, con un récord negativo de 49 victorias por 56 derrotas, para quedar en tercer lugar y ser barrido por los Pericos de Puebla en cuatro partidos en los playoffs.
Para comenzar dejaron ir a símbolos del equipo, como Esteban Quiroz, quien había sido el mejor pelotero de la campaña anterior, y al italiano Alex Liddi, quien había encabezado al equipo en jonrones y producciones, entre otros.
En cambio, trajeron a extranjeros de medio pelo, permaneciendo al final apenas uno de ellos, el lanzador norteamericano Kameron Loe, quien junto con el veterano Pablo Ortega fue el máximo triunfador con nueve y diez victorias el segundo.
Luego de un desfile de extranjeros, terminaron por decidirse por pitcheo y se quedaron con Dustin Creenshaw y Misael Silverio, siendo la sorpresa el cerrador nacional Raúl Barrón, que superó los 20 rescates.
Fue el peor equipo de la liga a la ofensiva, trayendo en la parte final al veterano C.J. Rutherford, que terminó con .296, 14 y 50 producidas, para apoyar a Brian Hernández, el único que terminó sobre .300, pero con apenas 3 cuadrangulares y 50 producciones, apoyado por los veteranos Ramón Ramírez .297, Carlos Gastélum .291 y Sergio Contreras .283.
Luego de siete derrotas consecutivas fue despedido el manager Roberto Vizcarra, quien les dio dos campeonatos, para traer a Héctor Hurtado, quien logró calificar de panzazo por vigésima segunda temporada consecutiva.
Lo cierto es que con graves problemas económicos, el futuro del equipo que nació campeón luce bastante complicado, pese a que tuvieron un promedio de asistencia de 3 mil 8 espectadores por juego.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
