UAEH: una huelga indigna con un líder indigno

“La Academia” suele entenderse como un prodigioso círculo de mentes brillantes y entregadas al conocimiento que generan brechas en el pensamiento en pos de comunidades regidas por los valores esenciales para progresar con amor y orden.

Lamentablemente, “La Academia” hidalguense está conformada por un grupo proveniente de la UAEH que goza de infinitos privilegios emanados del jerarca, Gerardo Sosa Castelán, es decir, simplemente es una estructura social que se disfraza de academia pero que realmente acostumbra los mismos juegos de nepotismo, corrupción, favoritismo, reverencialismo, borracheras, amantes y desvíos que cualquier otro círculo político.

No son redentores del conocimiento los que hablan, son un puñado de porros que aprendieron a vestir con trajes carísimos y perfumarse con finas fragancias; no son académicos los que hablan, son mercenarios que en el pasado cubrieron, presenciaron y algunos hasta cometieron violaciones, robos, lesiones, extorsiones, homicidios y demás.

Son una generación completa que ha colocado a sus vástagos en puestos “importantes de la academia” para vivir del erario público sin ninguna aportación; no son académicos, son un grupo posicionado por hacer bien las reverencias sin protestar a la hora de seguir órdenes, sin la menor dignidad ni integridad. Son los lastres de Gerardo Sosa Castelán.

Inmersos en una huelga sin sentido jurídico por no existir conflicto entre las partes, salen a las calles a defender falderamente las finanzas del amo y señor de la universidad.

¿Que tienen un nivel altísimo?, es peor que engañen de esa forma a la ciudadanía; su nivel no ha llegado a lo que ellos cuentan, puesto que aún no logran competir con la UNAM pero sí roban la forma de hacer dinero; sin embargo, no mencionan que la diferencia es que la Universidad Nacional cobra las colegiaturas a cincuenta centavos.

No hablan de que la UAEH ha sido semillero de ideólogos mexicanos precisamente porque no existen métodos de control por parte de un patronato que solamente lucra con estudiantes y catedráticos, cuyo poder fue logrado a través de un pasado rebosante de delincuencia e inmunidad por las prebendas que ofrece a algunos políticos.

Gerardo Sosa Castelán dijo que “ha madurado”, en referencia a su pasado como porro, lo cual es una noticia maravillosa; qué lástima que las mujeres y hombres que fueron víctimas de él o de sus amigos sigan sufriendo los estragos, qué lástima que quien dice defender jurídicamente la autonomía no tuviera el valor civil de enfrentar las consecuencias legales de sus actos y cobardemente prefiriera comprar conciencias.

Es una lástima que uno de los mejores periodistas –o el mejor- que ha visto Hidalgo fuera Miguel Ángel Granados Chapa y él tuviera el suficiente coraje para denunciar el pasado de Sosa Castelán y terminara inmiscuido en una demanda que dice algo así como que si a Sosa se le llama porro hay que pagarle. No cabe duda que todo Pachuca tendría que pagar cada que cuenta cómo veía la asquerosa generación de porros delinquir en las calles.

¿Una huelga digna? Cuando la universidad está llena de delincuentes quieren medirse como académicos que cuentan con un rector cuyo pasado está lleno de rumores sobre delitos, que no se salva ni un centímetro del escándalo, que tiene un haber de amantes y desvíos y planea ahora posicionarse frente a las cámaras dando un discurso en torno a la dignidad universitaria.

Parece que vivir en Hidalgo es parte de una novela sobre tiranías y huelgas.


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