Mientras Washington muestra su preocupación por el marcado ascenso de Donald Trump en el proceso electoral, la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) analizan la posibilidad de enviar tropas en apoyo a Ucrania, propuesta absurda cuando la devastación causada por la invasión rusa ha dejado un saldo dantesco.
Dos años de guerra ruso-ucraniana marcan la concentración de poder geopolítico de las grandes potencias, hecho que no puede causar sorpresa porque las zonas de influencia política y económica siguen en disputa frente a una nueva era de comercialización global y coloniaje científico y tecnológico representado por la Inteligencia Artificial, que ha sido utilizada con fines de control político y de mercado.
Las potencias ejercen su control sobre países débiles, como Ucrania, basados en estrategias bélicas, pero también a través del coloniaje cultural, el cual ha resultado históricamente fructífero, porque controlar los patrones de aprehensión de la realidad permite el dominio de otras dimensiones de integración mental.
La tibia postura tomada por la OTAN frente a la invasión rusa fue puesta al descubierto por Vladimir Putin, quien ha señalado que tiene prácticamente estrangulada a Europa Central con el control de gas y petróleo ruso, por lo que no puede extrañarnos la precaria reacción que han tenido las potencias de Occidente, aunado al abandono que manifestó Donald Trump para con la OTAN, en respuesta a mayores compromisos de las potencias de Europa Central.
No cabe duda que, para las grandes potencias, países como Ucrania no tienen mayor significado, son simplemente la manzana de la discordia entre Occidente y el poderío de Rusia, que en su alianza con China está enfocado en restructurar una expansión imperialista que no tendrán fin. Entonces, ¿a quién le importa Ucrania?
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.