¿Qué hace posible la longevidad y hasta dónde tiene que ver con la ciencia?
Hace décadas que la medicina dio el vuelco de solamente procurar la estabilidad biológica de los seres humanos, a trazar una línea significativa hacia la calidad de vida, lo cual implica que los organismos no sólo se defienden de las enfermedades, sino que también propenden hacia nuevas modalidades orgánicas que potencian su óptimo funcionamiento y su felicidad.
La felicidad y la inteligencia emocional han surgido como signos inequívocos de los avances médicos, pero también como receptáculos de las oportunidades que ha generado la ciencia aplicada, lo mismo al deporte que a la generación de alimentos con menor impacto a la salud, inclusive dentro de los debates educativos y la cultura en general sobre el cuidado de nuestro organismo y el rechazo a las adicciones, cuyo impacto mundial ha creado una consciencia que enfrenta las crisis sociales y de salud mental de nuestro tiempo.
Entendamos algo significativo: el crecimiento demográfico también está acompañado de una mayor esperanza de vida, que en los países industrializados y economías de vanguardia ha creado sociedades en busca de equilibrio y bienestar integral.
La revolución científica de la cibernética guiada a las cadenas productivas también presenta un horizonte de reestructuración en el balance nutricional y armonía de compuestos orgánicos que lo mismo en Israel con el desarrollo de alimentos, que en el desarrollo de la tecnología hidropónica en Europa, están ideando nuevos conceptos y concepciones de usos científicos hacia la creación de alimentos, aprovechamiento del agua y la tierra y nutrientes variables, lo cual explica que estamos ante una ventana de oportunidad que aumentará la esperanza de vida en todo el mundo.
La cultura alimenticia a nivel internacional también ha cambiado, generando mayores propuestas y acercamientos sistémicos entre universidades, expertos y científicos, gobiernos y sociedad civil, por lo que el desarrollo de nuevos hábitos alimenticios no sólo le resta estrés a las cadenas productivas, sino que predispone al desarrollo de economía familiar de alimentos, huertos urbanos y agricultura doméstica, mantiene niveles de control sobre la producción de alimentos primarios, control de elaboración y administración selectiva de procedimientos y almacenamiento para la alimentación familiar.
Esta colaboración social que ha incidido en nuevas conductas y prácticas sociales se ha ampliado en el planeta, lo cual puede -y en los hechos lo hace- generar un nuevo imaginario de prospectiva científica, productiva y social que potenciará la expectativa de vida a nivel mundial.
En este espacio de desarrollo en la expectativa de vida de la humanidad, la complejidad de los sistemas biológicos juega un papel fundamental para la salvaguarda de nuestra especie, condición que debe permitirnos evaluar la reciprocidad de los ecosistemas e ir más allá en una ciencia con conciencia que abunde en el análisis social como herramienta de integración de oportunidades para los sectores menos favorecidos de la sociedad a nivel internacional.
La longevidad no es sólo una condición genética en algunos individuos y grupos sociales, está precedida de los componentes de la complejidad alimenticia y el estilo de vida que guarda o preserva equilibrios emocionales, en ello se cifra el desafío de sociedades, cuya salud mental a su vez es fuente orgánica del equilibrio de vida y prolonga la existencia humana.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
