“Yo no tengo jefes; tú sí, Ricardo”

Bien dicen: “Lo que se siembra, se cosecha”, y Ricardo Baptista, que se supone es presidente de la Junta de Gobierno del Congreso, se ha distinguido por una conducta muy cuestionable hacia los legisladores que no son de su color, a quienes entrega expresiones tan desafortunadas como: “que no chillen” y otras lindezas.

A TODA ACCION CORRESPONDE UNA REACCIÓN

En una de sus más recientes declaraciones, sin tener pruebas, dijo que se compraba a diputados desde el Poder Ejecutivo, dando a entender que el gobernadorOmar Fayad era una especie de jefe; sin embargo, recibió en la Cámara de Diputados una sopa de su propio chocolate con un letrero que se exhibió delante de los diputados y decía: “Yo no tengo jefes; tú sí, Ricardo”, haciendo alusión a lo que todo mundo sabe: que Baptista depende y es servidor de Gerardo Sosa.

LA DECEPCIÓN

De Ricardo Baptista se esperaba más, pero ya en los hechos se mostró como un político de baja estatura, abiertamente al servicio del Grupo Universidad y muy lejos de las responsabilidades que tiene en la presidencia de la Junta de Gobierno, la cual ha convertido en una oficina de su grupo, sin sensibilidad para entender que el mayor compromiso es Hidalgo y no los brincos y maromas de una agenda llena de rencor y enfrentamiento contra el gobernador, al que todos los días acusa de algo y busca exhibir sin aceptar que el que escupe al cielo…

A BAPTISTA LE QUEDARON GRANDES LOS ZAPATOS

El señor no tiene los valores requeridos para el cargo que ostenta y ha puesto al servicio de su jefe, muy ajeno a los diputados que, se supone, encabeza para su trabajo en beneficio del estado. Más aún, en este momento en que hasta la vergüenza perdió para sus espectáculos, no le sirve ni a Sosa y menos a Hidalgo.
EL RECADERO DE GERARDO SOSA
Exhibido en el Congreso como el saltimbanqui y recadero de Gerardo Sosa, pero sobre todo como alguien que no mueve un dedo si no se lo ordena su jefe, se puede percibir que Baptista no representa ya a los diputados en la tarea que tiene como titular de la Junta de Gobierno y que por su propio bien, el del grupo que representa, y mucho más importante: por el bien del estado, el señor debe renunciar al cargo que tiene y dejar que otro legislador ocupe esa responsabilidad.
Sus fallas para cumplir con la Ley Orgánica del Congreso son muchas, como la de calumniar a sus compañeros diputados y hasta al gobernador, pues el periódico de los sosistas tiene órdenes de tirar todo el barro que se pueda, con lo que falta al ordenamiento de “hacer prevalecer el interés general del Poder legislativo POR ENCIMA DE LOS INTERESES PARTICULARES O DE GRUPO”. Y el señor Richy, por encima del interés del Congreso y del propio presidente de la República, ha puesto los intereses del grupo de su patrón y jefe.
Por eso, los diputados a los que ofendió con su acusación sin sustento de venderse al Ejecutivo le exhibieron una leyenda en que, con todas sus letras, le dijeron: “YO NO TENGO JEFES; TÚ SÍ, RICARDO”.
NO A LA MALA POLÍTICA
Exhibido, señalado, condenado por servil e irresponsable en su encargo, pero sobre todo con la desconfianza fuerte de muchos diputados, Ricardo Baptista no es factor de unidad y trabajo por el bien de la entidad, sino de encono, enfrentamiento y mala política.
Parece claro que le quedaron grandes los zapatos de otros diputados que tuvieron ese encargo.
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Por: Adalberto Peralta Sánchez

Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.


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SUMA Y RESTA - Adalberto Peralta Sánchez

Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.