Con la insensatez y la estupidez del que pretende controlar al tejido social -y lo hace-, se presentan las medidas de las grandes potencias y sus tentáculos, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que mantienen en la vacuna contra el covid-19 una ilusión para contrarrestar una pandemia que los ha sobrepasado y amenaza con profundizarse en todo el mundo.
Estamos en presencia del fracaso y anquilosamiento del Estado del capital frente a su “aparente” responsabilidad social; o bien, frente al exitoso modelo capitalista que engorda y protege los privilegios de grupúsculos de élite, mientras la mayoría de la población se caga de hambre y muere infectada, amén de la desolación que siente al no ser asistida por ese Estado que “debe” protegerla.
La pandemia ha roto el mito del progreso científico y social; países como Estados Unidos, que se disfrazan de potencias hegemónicas, han bajado los brazos, evidenciando sus problemas estructurales en un sistema de economía de mercado que sirve a unos cuantos explotando a la mayoría de sus ciudadanos, condición que se replica a nivel mundial.
Es evidente que vivimos en un sistema social inoperante a nivel mundial, y también que ese sistema está pensado para la explotación y el vasallaje de la humanidad, en detrimento de la dignidad y los derechos humanos que, en realidad, son sólo alegorías en discursos donde la demagogia esconde los apetitos e intereses de las clases dominantes y sus élites de poder.
Seguir asumiendo y reproduciendo la miserable mentira de que el Estado nos pertenece a todos, es renunciar a la cruenta verdad de que los ciudadanos hemos permitido que la clase política haya sido juez y parte, y el instrumento para que las élites económicas engorden a nuestras costillas mientras el tejido social vive en la miseria más asquerosa de la que se pueda hablar.
En este año no hemos aprendido ni una chingada, vemos al Estado, su clase política y sus élites de poder económico como a Santa Claus, y pendejamente esperamos que nos dé nuestro regalo de Navidad, mientras lo único que nos ha regalado es miseria, muerte, desempleo y desolación social.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
