Frente a la impotencia de Rusia, que ha endurecido su agresión bélica contra Ucrania, no ha resultado un paseo por el parque, como lo asumió tácitamente Vladimir Putin; situación que, por otra parte, se une al despotismo bélico de Rusia como potencia nuclear.
La progresión de los hechos militares y la valerosa resistencia ucraniana han marcado un nuevo “Vietnam”, al estilo del fracaso bélico de Estados Unidos para Rusia, lo cual hoy marca la presencia de la sombra perenne de una agresión nuclear de una superpotencia frente a un pueblo que busca su autodeterminación.
El Armagedón, la amenaza del uso nuclear que ha desplegado el gobierno de Putin con la presencia de submarinos nucleares, tiene en vilo a la humanidad, cuestión que ya denunció el gobierno de Estados Unidos, sin que ello implique la más mínima respuesta, en los hechos, de las superpotencias para detener el avance y pretensiones rusas.
Aún persiste en la memoria la crisis de los misiles en Cuba, donde la Unión Soviética y Estados Unidos marcaron sus pretensiones geopolíticas y crearon un terror nuclear que aún persiste; además, el mundo ya conoce el poder atómico que devastó a Hiroshima y Nagasaki, las dos ciudades japonesas que fueron destruidas con bombas el 6 y 9 de agosto de 1945, cruenta realidad que se une a los diferentes desastres de centrales nucleares como Chernóbil y Japón.
Qué tremenda idiotez ha sido disponer del poder atómico, que nos amenaza no solo por el despotismo de las superpotencias, sino también por las centrales nucleares que son bombas de tiempo, como el desastre de Chernóbil, cuyos vestigios de radiación llegaron en nubes radioactivas hasta Brasil.
El solo hecho de que existan países que detentan poder bélico nuclear es en sí mismo una agresión para la humanidad que, por otra parte, marca una afrenta para la dignidad de todo ser humano.
Einstein advirtió que la cuarta guerra mundial se llevaría a cabo con palos y piedras, lo cabrón de este vaticinio es que los seres humanos enfrentarán, sin duda, una cuarta guerra de la humanidad.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
